Juzgar a los demás puede revelar que eres una persona frustrada

En este mundo estamos siendo juzgados constantemente, y los juicios a veces son tan destructivos como cualquier enfermedad. Todos hemos experimentado el peso de un juicio, y hemos sufrido la pena de una sentencia social. Alguna vez, hemos perdido amigos, roto relaciones, escapado de algún lugar.

juzgar a los demás

Juzgar a los demás, un oficio social de criticones

Lo cierto que existen personas que son jueces sociales de oficio o criticones, y de hecho, para ellos juzgar a los demás es una cuestión muy fácil. ¿Cuántas personas no has escuchado por ahí decir: “eso le pasó por que no supo darse su lugar, es una mujer fácil”, o cosas por ese estilo?

Lo que no sabías es que las personas que hacen este tipo de juicios, esconden una realidad muy dura, de insatisfacción por las cosas que no han podido lograr en sus vidas, los vacíos que encuentran y las metas y objetivos fallados. Esto hace que centren su juicio hacia afuera de ellos evitando el contacto con su propia realidad, dolor y amargura. Su corazón se ha ennegrecido de tanto esperar sin que los cambios lleguen.

Juzgar a los demás puede revelar que eres una persona frustrada

Los jueces sociales, suelen asociarse a personas que se sienten frustradas con sus vidas; quizás esperaban más por sus esfuerzos o cosas más brillantes, y se han quedado en el encantamiento de vivir con una situación que no les llena en absoluto.

Una vez que se ha entrado en ese estado, un sentimiento negativo y triste se apodera de sus vidas y comienzan a ver en la vida de otras personas cosas que deberían ser destruidas, ¿y qué mejor arma de destrucción que un juicio? No son malas personas en realidad y se suelen confundir, esta es condición inconsciente, podría ser de mucha ayuda si pudiéramos colaborar para que ellos se dieran cuenta de la situación y empezarán a aplicar medidas en su vida en vez de convertirnos en jueces también.

Características de los llamados criticones

Hay algunas características que están presente en los jueces sociales, estas características revelan su grado de insatisfacción con la vida y su frustración.

  • Nunca ven el lado positivo de las cosas, por más que nos empeñemos siempre verán las cosas malas de la situación.
  • Constantemente buscarán fallas en los demás para defender sus debilidades. No es posible apalear a sus juicios una vez que han sentenciado.
  • Nunca hablan espontáneamente de momentos felices. Su conversación se centra en la vida de los demás en los problemas, y es difícil que rememoren momentos felices de sus vidas.
  • Alardean de sus pocos logros y disminuyen los de los demás, al disminuir los logros de los demás aumentan el brillo de los suyos.
  • Su éxito les ha costado una enorme cantidad de esfuerzo, el de otros ha sido una cuestión de suerte.
  • Tienen valores morales muy fuertes y generalmente sus juicios suelen ser muy duros. Escucharlos hablar de otras personas y de sus compartimiento nos ayuda a establecer que su moralidad suele ser muy estricta para con los demás.
  • No desarrollan empatía, no distinguen el sufrimiento ajeno, no se sienten afectados por las cosas que sus comentarios generan en los otros.
  • Desvalorizan los sufrimientos de otras personas, y enaltecen los propios. Sus sufrimientos en la vida siempre serán mayores que los de otras personas.
  • Sus críticas y juicios representan el anhelo por experimentar lo que la vida les ha negado o ellos no han podido lograr. Se volverán más críticos si el área donde emiten su juicio, es una en la que su vida, ha presentado más facazos.
  • Consideran que la mejor vía para destacar es apagando el brillo de otras personas.
  • Generalmente establecen fuertes alianzas con pocas personas y huyen de los grandes grupos.

La conducta de la persona frustrada puede desorganizarse y volverse agresiva, a menos que se intente solucionar. Una persona que critica mucho o tiende a juzgar a los demás, es una persona frustrada y puede ser una persona infeliz si no baja sus pretensiones o si no orienta su deseo hacia otros objetivos.

Este odio puede ir en aumento y volverse una constante y convertirse en amargura, y es allí donde empiezan los juicios y la discriminación, de alguna forma, si no se presta suficiente atención se vuelven personalidades muy destructivas de manera inconsciente.

Si la persona recapacita y se hace consiente de que, juzgar a los demás, estar criticando todo el tiempo a personas o situaciones, trae frustración e infelicidad, puede estar sujeta a un cambio y por lo tanto, sanar esa parte que necesita ser sanada para retomar un camino que le permita fluir con su vida y con la de los demás sin juicios que dejen amargura.

Redacción de Vida Lúcida
Imagen: Marcela Bolívar