Potenciales enfermedades que puedes contraer en albercas públicas

Las albercas públicas son lugares populares para refrescarse y disfrutar del agua durante los días calurosos de verano. Sin embargo, detrás de la diversión y el alivio del calor, estas instalaciones pueden albergar diversos gérmenes y bacterias que pueden causar enfermedades.

Es importante estar consciente de los posibles riesgos para la salud al nadar en albercas públicas y tomar medidas preventivas para protegerse a sí mismo y a los demás.

Enfermedades comunes en albercas públicas

Veamos a continuación algunas de las potenciales enfermedades que se pueden contraer en albercas públicas.

Infecciones de oído

El contacto con agua contaminada, especialmente en lugares como piscinas o cuerpos de agua naturales contaminados, puede ser un vehículo para que bacterias y otros microorganismos penetren en el canal auditivo. Esto puede dar lugar a infecciones de oído, conocidas técnicamente como otitis externa.

Los síntomas característicos de estas infecciones incluyen dolor agudo, picazón, enrojecimiento e hinchazón en el área del oído externo, así como posiblemente la secreción de líquidos. En casos severos, puede haber fiebre y aumento de dolor al masticar o mover la mandíbula. El tratamiento a menudo requiere medicación antibiótica o antifúngica, dependiendo del agente causal.

Conjuntivitis

La conjuntivitis, comúnmente referida como “ojo rojo”, es una inflamación o infección de la membrana transparente que recubre el párpado y la parte blanca del ojo. La exposición a agua contaminada, como la de piscinas públicas insuficientemente tratadas, puede facilitar la transmisión de agentes patógenos que causan esta condición.

Los síntomas típicos incluyen enrojecimiento, picor, una sensación de arenilla en el ojo, secreción que puede ser clara o purulenta, y una mayor sensibilidad a la luz. La prevención eficaz y el tratamiento oportuno son esenciales para evitar complicaciones.

Dermatitis

La dermatitis relacionada con la exposición al agua de piscinas se debe a menudo al cloro y otros químicos usados para mantener el agua libre de patógenos. Aunque estos agentes son efectivos para desinfectar, también pueden despojar a la piel de sus aceites naturales, causando irritación, sequedad, y en algunos casos, una erupción cutánea caracterizada por rojez, picazón, y a veces, pequeñas ampollas o fisuras.

Es importante hidratar la piel después de nadar y ducharse con agua dulce para minimizar los efectos del cloro.

Infecciones gastrointestinales

Las piscinas y otros cuerpos de agua recreativos pueden albergar una amplia variedad de patógenos, incluyendo bacterias como E. coli, y parásitos como Cryptosporidium, que son capaces de sobrevivir incluso en aguas tratadas con cloro.

Estos microorganismos pueden causar infecciones gastrointestinales manifestadas por síntomas como diarrea, vómitos, fiebre y cólicos abdominales. La ingesta accidental de agua contaminada es una vía común de transmisión. Se recomienda no tragar agua mientras se nada y asegurarse de que las piscinas visitadas cumplan con las normas de higiene y seguridad.

Infecciones respiratorias

El ambiente húmedo de las piscinas puede facilitar la dispersión de virus y bacterias causantes de infecciones respiratorias. La proximidad a personas infectadas que tosen o estornudan puede incrementar el riesgo de transmisión de enfermedades como el resfriado común, la gripe, y en ocasiones, enfermedades más serias como la legionelosis.

La calidad del aire en recintos cerrados que albergan piscinas puede ser especialmente problemática debido a la combinación de cloro y contaminantes orgánicos, lo que puede irritar las vías respiratorias y aumentar la susceptibilidad a infecciones. Mantener una buena higiene personal y evitar nadar en presencia de síntomas respiratorios pueden ayudar a reducir el riesgo de transmisión.

Medidas preventivas

Para reducir el riesgo de contraer enfermedades en albercas públicas, se pueden tomar varias medidas preventivas:

  • Ducharse antes de entrar en la alberca: Tomar una ducha rápida antes de ingresar a la alberca puede ayudar a eliminar la suciedad y los gérmenes del cuerpo, reduciendo así la contaminación del agua.
  • No tragar agua de la alberca: Evitar tragar agua mientras se nada puede reducir el riesgo de contraer infecciones gastrointestinales.
  • Usar protección ocular y nasal: El uso de gafas de natación y tapones para los oídos puede ayudar a prevenir infecciones de oído y conjuntivitis al nadar en albercas públicas.
  • Evitar nadar si estás enfermo: Si tienes síntomas de enfermedad, como fiebre, tos o congestión nasal, es mejor evitar nadar en albercas públicas para prevenir la propagación de enfermedades a otros nadadores.
  • Mantener la higiene personal: Lavarse las manos con agua y jabón después de nadar en una alberca pública puede ayudar a prevenir la propagación de gérmenes a otras personas.

Si bien las albercas públicas pueden ser una excelente manera de refrescarse y disfrutar del agua durante el verano, es importante ser consciente de los posibles riesgos para la salud que pueden presentar.

Tomar medidas preventivas, como ducharse antes de entrar en la alberca y evitar tragar agua, puede ayudar a reducir el riesgo de contraer enfermedades.

Al estar informados y tomar precauciones, podemos disfrutar de la diversión de nadar mientras protegemos nuestra salud y la de los demás.