El comentario malintencionado e intrusivo de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha causado una ola de indignación en Ecuador. Su frase «Ojalá en Ecuador pronto griten presidenta con A», lejos de ser una simple expresión feminista, ha sido vista como una clara intromisión en el proceso electoral ecuatoriano y un respaldo evidente a la candidata correísta Luisa González.
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Esto no es algo nuevo para la izquierda mexicana, que se entromete en las elecciones de otros países, no solo minimizando el poder de decisión del pueblo, sino también imponiendo sus intereses y sesgos ideológicos. Utilizan la investidura presidencial para hacer un proselitismo barato y manipulador.
Un respaldo disfrazado de discurso feminista
Sheinbaum intentó disfrazar su declaración como un apoyo al avance de las mujeres en la política, pero el trasfondo es innegable: su mensaje se alinea con los intereses del correísmo, una corriente política ligada a su propio partido en México.
El hecho de que México haya roto relaciones con Ecuador tras el asalto policial a su embajada en Quito en abril de 2024 deja aún más en evidencia la carga política de sus palabras. En medio de un proceso electoral clave, la intervención de Sheinbaum no es un simple comentario casual, sino una jugada que podría interpretarse como una influencia extranjera en las elecciones de un país soberano.
La relación entre Sheinbaum y el correísmo
No es coincidencia que Sheinbaum y González se reunieran en 2023, cuando la mexicana se perfilaba como candidata oficial de Morena. La cercanía entre la 4T y el correísmo ha sido evidente en diversas ocasiones, por lo que este guiño público no sorprende.
Además, el expresidente Rafael Correa, quien sigue teniendo un peso importante en la política ecuatoriana, ha sido un aliado ideológico del obradorismo en México. Las declaraciones de Sheinbaum dejan en claro que la afinidad política entre estos grupos sigue vigente y que el gobierno mexicano no teme mostrarse parcial en una elección que no le corresponde.
Una intervención injustificada y peligrosa
Las palabras de la presidenta mexicana han desatado una fuerte reacción en Ecuador, donde la ciudadanía no acepta que un gobierno extranjero se entrometa en sus elecciones. México no tiene por qué influir en la decisión soberana del pueblo ecuatoriano, y menos cuando las relaciones bilaterales están en su punto más tenso en años.
Este episodio no solo refleja una falta de respeto por la democracia ecuatoriana, sino que también plantea un debate mayor: ¿está Claudia Sheinbaum utilizando su cargo para impulsar intereses políticos en América Latina?
Mientras Ecuador se prepara para la segunda vuelta el próximo 13 de abril, queda claro que el comentario de Sheinbaum no fue una simple expresión feminista, sino una maniobra política descarada.