La agencia espacial norte-americana NASA, lanzó el pasado 24 de noviembre una sonda que tiene la posibilidad de desviar un asteroide de la órbita terrestre.
La misión, denominada Dart (dardo, en una traducción simple), despegó de Vandenberg, California, a bordo del cohete Falcon 9 de SpaceX.
La nave espacial es más pequeña que un automóvil y tiene dos paneles solares largos. Debería chocar contra un asteroide del tamaño de un campo de fútbol (unos 160 metros de diámetro) el próximo otoño, en unos diez meses, que se ubicará a 11 millones de kilómetros de la Tierra.
El asteroide, llamado Dimorphos, es una “luna” que orbita alrededor de un asteroide más grande, Didymos (780 metros de diámetro). La luna de Dymorphos es uno de los objetos astronómicos más pequeños al que se le ha dado un nombre permanente y uno de los 27.500 asteroides cercanos a la Tierra conocidos de todos los tamaños rastreados por la NASA.
Para orbitar el asteroide más grande, el Dimorphos tarda 11 horas y 55 minutos. Tras el impacto de Dart, los científicos esperan reducir la órbita en unos 10 minutos.
El asteroide no representa una “amenaza real” y es pequeño en comparación con la catástrofe del asteroide Chicxulub que golpeó la Tierra hace más de 66 millones de años y llevó a la extinción de los dinosaurios.
El costo total de la misión, el primer interplanetario lanzado por la compañía de Elon Musk para la NASA, es de 330 millones de dólares.
Esta es una de las varias misiones de la NASA en los últimos años para explorar e interactuar con asteroides, restos rocosos primordiales en la formación del sistema solar.
El mes pasado, la agencia lanzó una sonda, en un viaje al cinturón de asteroides en órbita cerca de Júpiter. La nave espacial Osires-Rex está de regreso en la Tierra con una muestra recolectada en octubre de 2020 del asteroide Bennu.
