Una prueba de sangre puede revelar la edad biológica de nuestros órganos y predecir cuáles están en riesgo de fallar primero

Un órgano que envejece más rápido que lo normal aumenta el peligro de enfermedades y muerte.

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Una simple prueba de sangre tiene el potencial de identificar qué órganos están envejeciendo prematuramente.

Investigadores de Stanford Medicine lideraron un estudio con 5.678 personas, revelando que nuestros órganos envejecen a distintos ritmos. Si un órgano envejece más rápido que lo habitual, el individuo enfrenta un mayor riesgo de enfermedades relacionadas con ese órgano y de muerte.

Cerca del 20% de adultos mayores de 50 años, en buen estado de salud, poseen al menos un órgano que envejece más rápido de lo normal, de acuerdo al estudio.

Un análisis de sangre podría indicar qué órganos, si los hay, están envejeciendo rápidamente, permitiendo actuar terapéuticamente antes de la aparición de síntomas clínicos.

“Podemos determinar la edad biológica de un órgano en una persona sana, lo que a su vez predice el riesgo de enfermedades relacionadas con ese órgano”, comenta Tony Wyss-Coray, PhD, líder del estudio y profesor de neurología.

Hamilton Oh y Jarod Rutledge, estudiantes de posgrado en el laboratorio de Wyss-Coray, son coautores principales del estudio publicado en ‘Nature’.

Se comparó la edad biológica (determinada por biomarcadores) con la edad cronológica (años transcurridos desde el nacimiento). El estudio analizó 11 órganos o sistemas de órganos clave, incluyendo corazón, pulmones, riñones, hígado, y cerebro.

El 18.4% de las personas de más de 50 años tenían al menos un órgano envejeciendo más rápido que el promedio, aumentando el riesgo de enfermedades en ese órgano en los próximos 15 años.

Usando tecnologías comerciales y un algoritmo propio, midieron niveles de casi 5.000 proteínas en la sangre, identificando 858 proteínas específicas de órganos. Entrenaron un algoritmo de aprendizaje automático para predecir la edad basándose en estas proteínas.

Encontraron una ‘brecha de edad’ para cada órgano, siendo la diferencia entre la edad real del órgano y la edad estimada por el algoritmo. Las diferencias de edad identificadas para 10 de los 11 órganos se asociaron significativamente con el riesgo de muerte en los siguientes 15 años.

Un órgano envejecido aceleradamente aumentaba el riesgo de mortalidad hasta en un 50% en los siguientes 15 años, dependiendo del órgano.

El envejecimiento acelerado de ciertos órganos, como el corazón o el cerebro, se asoció con un mayor riesgo de enfermedades como insuficiencia cardíaca y deterioro cognitivo.

Wyss-Coray sugiere que monitorear la salud de los órganos podría permitir tratamientos preventivos y la identificación de nuevas metas farmacológicas.