La relación entre el uso de pantallas y el autismo es diferente de lo que comúnmente se pensaba.

En la era actual, la adicción a la tecnología durante la infancia y la adolescencia es un problema frecuente, afectando el bienestar físico, psicológico y social de los jóvenes.

Esta adicción se manifiesta como un comportamiento compulsivo, con los niños incapaces de controlar el uso de dispositivos electrónicos, lo que interfiere con sus responsabilidades diarias.

Históricamente, se ha creído que el tiempo excesivo frente a las pantallas es un factor de riesgo para el desarrollo del trastorno del espectro autista (TEA).

Un estudio reciente involucrando a más de 84,000 madres e hijos mostró una correlación significativa entre la exposición prolongada a pantallas y un mayor riesgo de diagnóstico de TEA a los tres años, especialmente en niños.

Otra investigación destacó el impacto negativo del uso excesivo de pantallas en el desarrollo infantil, afectando el habla, el bienestar físico y el desarrollo emocional.

La Academia Americana de Pediatría sugiere limitar el tiempo de pantalla para niños menores de cinco años a una hora al día, destacando su impacto negativo en habilidades sociales y del lenguaje en personas con TEA.

Sin embargo, un estudio reciente de Japón, liderado por la Universidad de Nagoya, descubrió una relación significativa entre el tiempo de exposición a pantallas y la predisposición genética al TEA.

Este estudio sugiere que los niños con una predisposición genética al TEA tienden a usar dispositivos por períodos más largos desde edades tempranas. Por lo tanto, la predisposición genética al autismo podría acompañarse de una tendencia a abusar de las pantallas.

Este estudio analizó 6,5 millones de polimorfismos en el ADN de 437 niños para evaluar la susceptibilidad genética al TEA y crear un índice de riesgo genético. Se comparó este índice con el tiempo de uso de dispositivos electrónicos en niños de diferentes edades.

El estudio sugiere que el tiempo de pantalla no es una causa directa del TEA, sino más bien un indicador temprano. Las personas con TEA, que suelen mostrar mayor interés en objetos que en interacciones sociales, pueden sentirse naturalmente atraídas por dispositivos con pantallas.

Es crucial evitar conclusiones simplistas sobre esta relación y se necesitan más estudios para entender completamente la interacción entre el tiempo frente a pantallas y el TEA. Esta comprensión es vital tanto desde un punto de vista científico como para mejorar la comunicación y el cuidado de los niños con TEA en la era digital.

Fuente: www.rcm.cu