¿Cuánto duran las olas de calor y por qué parecen cada vez peores?

Las olas de calor son episodios de temperaturas extremadamente altas que afectan a una región durante varios días o semanas.

Estos fenómenos pueden tener graves consecuencias para la salud humana, la agricultura, la biodiversidad y la infraestructura.

En este artículo, vamos a explicar qué factores determinan la duración y la intensidad de las olas de calor, y cómo el cambio climático está influyendo en su frecuencia y severidad.

¿Qué es una ola de calor?

Una ola de calor se define como un período de al menos tres días consecutivos en los que la temperatura máxima supera un umbral determinado por la climatología local.

Este umbral se calcula como la media de las temperaturas máximas más altas registradas en un período de referencia, que suele ser de 30 años.

Por ejemplo, si en una ciudad la media de las temperaturas máximas más altas entre 1981 y 2010 fue de 35°C, una ola de calor se produciría cuando la temperatura superase los 35°C durante al menos tres días seguidos.

¿Qué factores influyen en la duración e intensidad de las olas de calor?

La duración e intensidad de las olas de calor dependen de varios factores meteorológicos y geográficos, como:

  • La posición y el movimiento de las masas de aire. Las olas de calor suelen estar asociadas a situaciones de bloqueo atmosférico, en las que una masa de aire cálido y seco se estanca sobre una región durante varios días o semanas, impidiendo el paso de frentes fríos o lluviosos que podrían refrescar el ambiente.
  • La radiación solar. La cantidad de energía que recibe la superficie terrestre depende del ángulo de incidencia de los rayos solares, que varía según la latitud, la estación del año y la hora del día. A mayor radiación solar, mayor calentamiento del aire y del suelo.
  • La humedad relativa. La humedad relativa es la proporción de vapor de agua que hay en el aire respecto a la máxima posible a una determinada temperatura. A mayor humedad relativa, menor es la capacidad del aire para enfriarse por evaporación. Además, el vapor de agua es un gas de efecto invernadero que contribuye a retener el calor en la atmósfera.
  • El viento. El viento puede tener un efecto refrescante o calentador sobre el aire, dependiendo de su dirección y velocidad. Si el viento sopla desde zonas más frías o húmedas, puede reducir la temperatura y la humedad relativa del aire. Si el viento sopla desde zonas más cálidas o secas, puede aumentar la temperatura y la humedad relativa del aire.
  • La orografía. El relieve del terreno puede influir en el flujo del aire y en su temperatura. Por ejemplo, las montañas pueden actuar como barreras que impiden el avance de masas de aire frío o húmedo, favoreciendo las olas de calor en las zonas situadas a sotavento. También pueden generar efectos locales como el foehn, que consiste en un calentamiento del aire al descender por una ladera montañosa.
  • La cobertura vegetal. La vegetación puede moderar las temperaturas al proporcionar sombra y al transpirar agua que refresca el aire por evaporación. Por el contrario, las zonas urbanas o desérticas pueden acentuar las olas de calor al tener una mayor capacidad para absorber y almacenar el calor (efecto isla de calor urbana).

¿Cómo afecta el cambio climático a las olas de calor?

El cambio climático provocado por las emisiones humanas de gases de efecto invernadero está alterando el clima global y regional, lo que tiene repercusiones sobre las olas de calor. Según los estudios científicos, el cambio climático está aumentando la probabilidad, la frecuencia, la duración y la intensidad de las olas de calor en muchas partes del mundo.

Esto se debe a que el aumento de la temperatura media global implica un desplazamiento hacia arriba del umbral que define una ola de calor, lo que hace que sea más fácil superarlo. Además, el cambio climático puede modificar los patrones de circulación atmosférica y oceánica, lo que puede afectar a la distribución y el movimiento de las masas de aire que generan las olas de calor.

Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), las olas de calor se han vuelto más frecuentes y severas desde mediados del siglo XX, y es muy probable que esta tendencia continúe en el futuro.

El informe proyecta que, bajo un escenario de altas emisiones, las olas de calor podrían aumentar su frecuencia en un factor de 10 y su duración en un factor de 4 para finales de este siglo, en comparación con el período 1850-1900.

Además, el informe advierte de que las olas de calor podrían alcanzar niveles sin precedentes en algunas regiones, superando los límites de adaptación humana y ecológica.

¿Qué podemos hacer para prevenir y mitigar las olas de calor?

Para prevenir y mitigar las olas de calor, es necesario actuar tanto a nivel global como local. A nivel global, es imprescindible reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el calentamiento global y sus consecuencias sobre el clima.

A nivel local, es conveniente adoptar medidas de adaptación que aumenten la resiliencia de las personas, los ecosistemas y las infraestructuras frente a las olas de calor. Algunas de estas medidas son:

  • Establecer sistemas de alerta temprana y planes de emergencia que informen a la población sobre los riesgos y las recomendaciones para protegerse del calor.
  • Mejorar la atención sanitaria y social a los grupos más vulnerables al calor, como los ancianos, los niños, los enfermos crónicos y las personas sin hogar.
  • Fomentar el uso racional del agua y la energía, evitando el derroche y la sobrecarga de las redes de suministro.
  • Promover la eficiencia energética y el uso de energías renovables en los edificios, reduciendo la demanda de refrigeración y las emisiones asociadas.
  • Incrementar la cobertura vegetal y la permeabilidad del suelo en las zonas urbanas, creando espacios verdes que refresquen el ambiente y mejoren la calidad del aire.
  • Restaurar y conservar los ecosistemas naturales, especialmente los bosques, los humedales y los manglares, que regulan el clima local y proporcionan servicios ecosistémicos esenciales.