Nuevas pruebas halladas en una cueva de Polonia han reavivado el debate sobre el canibalismo entre los europeos prehistóricos. El descubrimiento ofrece una visión más profunda de las prácticas funerarias y rituales de la era Magdaleniense.
Relacionado: Los asombrosos misterios de Puma Punku: ¿la prueba de una civilización perdida o tecnología extraterrestre?
Restos óseos con señales inquietantes
Un equipo internacional de investigadores encontró evidencia concluyente de que las comunidades humanas del Paleolítico Superior no solo practicaban el canibalismo, sino que consumían incluso el cerebro de sus semejantes. Este hallazgo arroja luz sobre un aspecto poco comprendido de la relación de estos grupos con la muerte.
Debido a la escasez de registros arqueológicos bien conservados, se sabe poco sobre los rituales funerarios de los cazadores-recolectores de la época. Sin embargo, algunos restos han revelado que los cuerpos eran cubiertos con ocre y rodeados de objetos funerarios. En otros casos, se han encontrado esqueletos incompletos, lo que inicialmente se atribuyó a la acción de carroñeros.
No obstante, la frecuencia de estos huesos faltantes y la aparición de partes del cuerpo separadas de manera intencional sugiere una manipulación deliberada de los cadáveres.
Uso de huesos humanos como herramientas y ornamentos
Los pueblos magdalenienses no solo trataban los cuerpos de formas inusuales, sino que también empleaban los huesos humanos como materia prima. Se han encontrado evidencias de cráneos transformados en recipientes y restos óseos con grabados o marcas de cortes. En Francia, al menos el 40% de los esqueletos de este periodo muestran signos de haber sido modificados por herramientas humanas.
El debate académico sobre estas modificaciones ha girado en torno a dos hipótesis principales:
- Que los cortes en los huesos corresponden a un proceso de limpieza perimortem (realizado poco después de la muerte).
- Que estas marcas indican procesos de carnicería, es decir, que la carne humana era preparada para el consumo.
El nuevo estudio refuerza esta segunda teoría.
Canibalismo en la cueva de Maszycha
El análisis de 63 fragmentos óseos humanos, incluidos cráneos y huesos largos de extremidades, ha revelado marcas de cortes y fracturas compatibles con el consumo humano. Mediante técnicas avanzadas de microscopía 3D, los investigadores pudieron distinguir entre modificaciones naturales y aquellas producidas intencionalmente por herramientas humanas.
Las pruebas incluyen señales claras de extracción de músculos, médula ósea y cerebro, lo que sugiere un consumo planificado.
“La ubicación y frecuencia de las marcas de corte, así como la fractura intencional del esqueleto, indican una explotación nutricional de los cuerpos, descartando la hipótesis de un tratamiento meramente funerario”, explicó Francesc Marginedas, autor principal del estudio.
Los cráneos presentan cortes asociados a la remoción de la piel y la carne, mientras que los fémures y húmeros fueron fracturados con precisión para extraer la médula, una fuente rica en grasas y calorías.
Canibalismo: supervivencia o ritual?
El estudio concluye que el canibalismo fue practicado de manera sistemática por los grupos magdalenienses, aunque sigue sin esclarecerse si tenía un propósito meramente alimenticio o si formaba parte de rituales funerarios o conflictos bélicos.
La coautora del estudio, la Dra. Palmira Saladié, señala que el canibalismo ha estado presente en distintos momentos de la evolución humana y que, en contextos prehistóricos, pudo responder a necesidades de supervivencia o a dinámicas de violencia intergrupal.
Algunos investigadores sugieren que el aumento demográfico tras el Último Máximo Glacial pudo generar más competencia por los recursos, desembocando en conflictos y eventualmente en el canibalismo como práctica de guerra.
Hasta la fecha, se han identificado cinco sitios en Europa con pruebas claras de canibalismo en este período. Con los nuevos hallazgos de la cueva de Maszycha, los investigadores consideran que esta práctica podría haber sido parte de la cultura magdaleniense, ya sea como una forma de consumir a sus propios muertos o como un acto de dominación sobre sus enemigos.