Qué es meditar – Significado, técnicas y beneficios de la meditación

A través de la meditación, te vuelves más confiado , enfocado y enérgico. Ganas fuerza interior y estado de alerta mientras te relajas al mismo tiempo. La meditación ofrece la posibilidad de relajarse, fortalecer la confianza en uno mismo y crear claridad interior, ayudándonos a liberar pensamientos que invaden y aclarar la mente.

Mujer meditando

¿Qué es la meditación?

La meditación es antigua y está presente en muchas culturas diferentes. La meditación es una técnica con la que aprendes a controlar los pensamientos, entender los sentimientos
y reconocerte a ti mismo.

Meditar es la oportunidad de «entrar en uno mismo» y de observar y controlar los propios procesos internos.

La meditación es un sendero que la persona abre para sí misma mientras trata de llegar más allá de las limitaciones de la mente.

Cómo es el proceso

Durante la meditación aprenderás a controlar la atención plena, observar los pensamientos que van y vienen sin intervenir. La meditación se trabaja con atención, las circunstancias externas no afectan la meditación. La profundidad de la meditación depende de la actitud interior.

Siéntate o acuéstate cómodamente. Cuando comiences a meditar, asegúrate de tener solo ese tiempo para ti y estar en paz.

¿Qué técnicas de meditación hay?

La meditación, como todo, tiene que ser aprendido. ¿Qué tan intensa debe ser? ¿Cuánto tiempo invertir? ¿Hacerlo diariamente o varias veces a la semana? ¿De dos a tres veces al mes? Meditar es como correr y una carrera bastante larga, auqnue para algunos puede ser más corta, pero más a menudo, si ya tienes experiencia, será más fácil, y la elección de la técnica de meditación es muy individual.

Estas son las técnicas más usadas en la meditación:

  1. Observación.
  2. Introspección (autorreflexión).
  3. Técnica de respiración.
  4. Concentración.
  5. Visualización.

Técnicas de meditación

Existen en el mercado y en las librerías especializadas muchos trabajos que tratan este tema y proponen técnicas específicas de meditación. Estos trabajos pueden ser libros, videos o guías, que dirigen y ayudan con el aprendizaje de la meditación.

Estas técnicas van desde contar las propias respiraciones hasta por ejemplo, cantar o bailar. A continuación se menciona una técnica básica de meditación que consiste en la respiración controlada y callar la mente con la ayuda de la visualización.

Práctica de la meditación como ejercicio

Efectúa unas respiraciones algo más profundas y completas que lo habitual (aprende la respiración controlada), toma consciencia de ti mismo en los niveles físico y emocional. Constata que te encuentras en un estado de tranquilidad.

Elige una postura

posturas para meditar

Pasa luego al nivel de la mente y date cuenta de que estás observando tu mente, que está aquí presente tranquila, serena, despierta, pero sin estar pendiente de ningún objeto.

Dedica un tiempo a sentir cómo se produce en ti mismo el automatismo natural de la respiración. Toma clara consciencia de ti mismo, que estás presente y sintiendo tu propia respiración. Esto debes intentarlo hasta que notes una verdadera paz.

Silencia tu mente

Entonces debes mantener esa consciencia de ti mismo, sin mirar nada, sintiendo el silencio en tu interior, sintiendo que los pensamientos han disminuido su «ruido».

No se busca nada, se trata simplemente de que estés presente, sin confundirte con nada, sin apoyarte en nada. En todo caso, «buscar» esa realidad que intuyes como única. No pierdas la consciencia, mantente muy despierto.

Para salir de la práctica hazlo de manera gradual, suavemente y sin brusquedades.

Cuando consigues un grado de meditación y de silencio la recuerdas como la experiencia más satisfactoria que has tenido jamás.

El eco de esa experiencia se mantiene, aunque luego se disuelve hasta casi perderse, por la dispersión habitual con que vivimos lo exterior. Pero, a base de hacer este trabajo con regularidad, todos los días, se va consiguiendo mantener ese punto de conciencia profunda y de paz a lo largo de todo el día, mientras hay actividad.

Práctica de la meditación através de la actividad

Otra forma de meditar, de entrar en el silencio, es a través de la actividad. Por su puesto, es conveniente que la persona haya practicado el silencio como lo he explicado anteriormente.

La meditación en la acción es el silencio profundo de la consciencia. Es lo que en el Taoísmo se llama wu wei (no acción): hacer sin hacer. Hacemos sin hacer cuando no es nuestro «yo» el que hace. Por ejemplo: vamos por la calle y de pronto vemos a alguien que está a punto de caerse, nos lanzamos y le ayudamos para que no se caiga.

Se trata de un acto impensado, espontáneo. En este caso hemos hecho, pero no ha sido nuestro «yo» personal el que ha decidido hacer eso. Ha sido la situación que nos lo ha exigido. Igual que en otro momento saltaremos para evitar un peligro, o nos apartaremos frente a un vehículo. En nosotros existe una inteligencia que nos hace vivir.

Es esta realidad profunda que se expresa a través de cada cosa que existe, por lo tanto a través de nuestro cuerpo, de nuestra inteligencia, a través de todo.

Sin embargo, dentro de ese funcionamiento inteligentemente automático, aparece la idea de sentirnos los autores, los poseedores, los dueños de muchas de las cosas que nos ocurren en el cotidiano vivir. Nos viene una idea luminosa, y de inmediato nos posesionamos de ella y decimos ¡qué inteligente que soy!

¡Qué importante que soy, que he conseguido esto! Pues bien, esta función del «yo» personal, que está actuando siempre en muestra vida diaria, es la que debemos aprender a silenciar. Es decir, que debemos vivir muy despiertos, muy presentes, en toda situación pero con un silencio completo de nuestra mente.

Entonces descubriremos que la vida sigue exactamente igual, que podemos seguir haciendo las mismas cosas que nos son pedidas a cada momento, por estímulos externos o internos, pero sin necesidad de atribuírnoslo a nosotros mismo, sin necesidad de juicios o comparación.

Es un aprender a vivir en el silencio, en el silencio de nuestra mente. Esta es la forma de aplicar la meditación y el silencio a nuestra vida activa. Cuando lo hacemos así descubrimos que estamos en movimiento en la medida en que hay movimiento; cuando éste deja de existir, porque se ha completado la acción, permanece en nosotros una quietud total, lúcida. Y tanto en el movimiento como en su cese, en nosotros persiste una conciencia profunda de paz, de fuerza, de silencio.

Es cuando nuestra mente está constantemente pensando al servicio de nuestro ego cuando no nos enteramos de nada de estas cosas. Pero cuando aprendemos a vivir presentes, con la mente en silencio, descubrimos permanentemente esta presencia detrás de todo.

Y la acción no es obstáculo para vivir esta presencia, porque vivimos esta misma acción como expresión de la presencia, es un modo activo de la presencia. Esto es realmente vivir en meditación y en silencio, vivir en plenitud. El silencio y la plenitud son sinónimos, porque tanto uno como otra implican no apoyarse en aspectos, modos o formas de la realidad.

La característica de este vivir en silencio es que la acción es siempre nueva, espontánea. Porque no se apoya mecánicamente en el precedente, en la memoria. Es cuando mejor surgen las cosas, tanto las de nivel físico como las intelectuales.

Los que practican judo, en sus niveles superiores, explican a veces cómo, en el momento en que viven la lucha en este estado interior, (que es el verdadero objetivo del Judo) ocurre algo totalmente inexplicable desde el punto de vista técnico: que se producen entonces las llaves y contrallaves más extraordinarias, algo totalmente irreproducible a voluntad. Es la genialidad, porque la acción está en ese momento dirigida por la inteligencia más grande y más creativa. Y esto ocurre en todos los aspectos de la vida.

Pero al mismo tiempo que hay esa extraordinaria eficacia, cuando la acción se termina, lo hace en todos los aspectos. Queda entonces en nosotros el silencio interior y el estado de meditación. La acción no deja residuo.

En cada instante, cada acción es algo completo en sí misma. No nos quedamos pensando en lo que hemos hecho o lo que hemos dejado de hacer. No hay aquí ese eco de cosa inacabada, que es lo normal que ocurra en nuestro modo de vivir. Cada instante es una situación plena, completa, y lo es tanto en el momento de hacer como en el silencio o vacío que sigue a continuación.

Las palabras son muy pobres para describir este modo de vida, y cada uno debe descubrirlo por si mismo. Pero, de hecho, este es el paso más elevado que existe dentro de nuestra experiencia actual sobre los niveles de creatividad o capacidad de transformarnos que existe en nosotros.