Las reglas de las relaciones que existen son tan importantes para la relación que creamos con nosotros mismos, como para nuestras relaciones con los demás. Confiar, escuchar, comunicar y sobre todo respetarte a ti mismo, es importante para vivir tu verdad.

10 signos de que no te respetas a ti mismo
No puedes alcanzar la mejor versión de ti mismo si no te otorgas el mismo respeto que esperas de los demás. El desafío radica en que rara vez somos conscientes de cómo nos tratamos: con respeto o con desdén. Los siguientes signos te ayudarán a identificar esas actitudes y a reflexionar sobre cómo mejorar tu relación contigo mismo.
Dices «sí» a cosas que no te importan o para las que no tienes tiempo
Tu tiempo y energía son valiosos. Respetarte implica reservarlos para proyectos y personas que realmente te importan. Sobrecargar tu agenda no te beneficia; al contrario, te priva del descanso y el cuidado personal que necesitas para estar en equilibrio.
Te presentas como alguien que no eres para ganar aprobación
Todos hemos sentido la tentación de aparentar algo diferente para impresionar a otros. Sin embargo, sabemos que no deberíamos hacerlo. Fingir ser alguien más es una falta de respeto hacia ti mismo: implica que no te consideras suficiente tal como eres. Y si no eres «suficiente» para alguien, ese alguien no merece tu tiempo.
Asientes a opiniones solo para evitar ofender
Tus ideas y puntos de vista importan. Callarlos por miedo a molestar a otros es como decirte a ti mismo —y al mundo— que no tienen valor. Si alguien se ofende por tus pensamientos sinceros y respetuosos, el problema es suyo, no tuyo. Expresa lo que sientes con honestidad y amabilidad: eso es respetarte.
Antepones las necesidades de otros a las tuyas
Ignorar lo que necesitas —descanso, relajación o autocuidado— no ayuda a nadie. Cuando te priorizas, funcionas mejor: eres más productivo, emocionalmente estable y capaz de aportar a los demás desde un lugar genuino. El respeto propio empieza por atenderte primero.
Te sientes culpable por elegir lo que es mejor para ti, aunque contradiga consejos externos
Pedir consejo tiene su lugar, pero no es una obligación seguirlo al pie de la letra. Que no lo hagas no significa un desprecio hacia quien te lo dio; simplemente, ese consejo no encajaba contigo en ese momento. No te castigues por tomar decisiones que te hagan sentir bien: es tu vida, y tú decides.
No te defiendes ni aclaras las cosas cuando es necesario
Evitar el conflicto puede parecer más fácil, pero dejar que malentendidos persistan te perjudica. Respetarte implica asegurarte de que los demás conozcan la verdad sobre ti y tu papel en cualquier situación, ya sea corrigiendo un error o reclamando un mérito. Hablar claro, con calma y precisión, es una señal de autoestima.
Ocultas tus sentimientos con frecuencia
Somos seres emocionales, pero a menudo reprimimos lo que sentimos para no incomodar a otros. Decir «estoy bien» cuando no lo estás es una forma de negarte a ti mismo. Respetarte significa ser auténtico: reconoce tus emociones y compártelas cuando sea importante, sin miedo a las reacciones ajenas.
Buscas atención externa de manera constante
La única validación que realmente importa es la que te das a ti mismo. Cuando persigues la aprobación de los demás, estás delegando tu autoestima a fuentes externas. Si te descubres buscando atención, detente y reflexiona: ¿qué vacío intentas llenar? Trabaja en fortalecer tu confianza interna.
Siempre intentas complacer a los demás, convirtiéndote en un «felpudo»
No puedes controlar la felicidad de otros, solo la tuya. Tratar de hacer felices a todos a costa de ti mismo suele dejar un vacío mayor, tanto en ti como en ellos. Como dijo Mahatma Gandhi: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo». Enfócate en tu bienestar, y tu felicidad inspirará a otros de manera natural.
Te rodeas de personas que no te valoran
Es difícil ser auténtico cuando estás con gente que no aprecia quién eres ni comparte tus valores. Respetarte implica elegir compañías que te apoyen y te impulsen a crecer. Rodéate de personas que refuercen tu verdadero yo: su amor y respaldo harán más fácil mantener tu autoestima.
Reflexión final
Nadie se propone faltarse al respeto, pero muchos de nuestros hábitos automáticos nos llevan a hacerlo. Callar lo que sentimos para no herir a otros, buscar validación externa o ignorar nuestras necesidades son trampas comunes. Sin embargo, no tienes que seguir el camino fácil de sacrificar tus deseos. Defiende quién eres y lo que crees, con firmeza pero con bondad. Eso es el respeto propio en acción.
Redacción de Vida Lúcida
Imagen de shutterstock