Qué significa estar en un estado de ‘lucha y huida’ todo el tiempo y 5 signos para reconocerlo

Estar en un estado constante de «lucha o huida» implica vivir en un modo de alta alerta como respuesta a un estrés crónico o percibido.

Este mecanismo de supervivencia, que se activa ante amenazas reales o imaginarias, prepara el cuerpo para defenderse o escapar. Aunque esencial para situaciones de emergencia, cuando este estado se prolonga, puede tener efectos negativos significativos en la salud física y mental.

1. Aumento constante de la ansiedad

Una de las señales más evidentes de estar en un estado crónico de lucha o huida es un nivel de ansiedad consistentemente alto. Puedes experimentar un estado persistente de nerviosismo, inquietud o preocupación, incluso en ausencia de una causa obvia.

Esta ansiedad puede manifestarse en dificultades para concentrarse, una sensación generalizada de miedo o una preocupación desproporcionada por los problemas cotidianos.

2. Dificultad para dormir

El insomnio o la interrupción del sueño son comunes en este estado. Las dificultades para conciliar el sueño, despertares nocturnos frecuentes o sueños agitados e inquietantes son indicativos de que el cuerpo y la mente no logran relajarse completamente.

Esta interrupción del sueño no solo afecta la calidad del descanso, sino que también puede llevar a problemas de salud a largo plazo, como enfermedades cardíacas y trastornos del humor.

3. Cambios en el apetito y la digestión

El estado de lucha o huida puede alterar tus hábitos alimenticios y procesos digestivos. Puede manifestarse como pérdida o aumento del apetito, indigestión, náuseas o problemas gastrointestinales.

Estos cambios ocurren porque el cuerpo desvía la energía de funciones como la digestión para responder a lo que percibe como una amenaza, lo que puede llevar a desequilibrios nutricionales y problemas de salud digestiva.

4. Irritabilidad o cambios de humor

Un estado constante de lucha o huida también puede manifestarse en una mayor irritabilidad o cambios de humor repentinos.

Estas fluctuaciones emocionales a menudo son una respuesta al estrés crónico y la tensión acumulada. Pueden afectar negativamente las relaciones personales y profesionales, y llevar a un deterioro en la calidad de vida.

5. Fatiga física o mental

A pesar de sentirse constantemente alerta, es común experimentar fatiga. Este estado de alerta permanente consume mucha energía, tanto física como mental, lo que puede resultar en una sensación de agotamiento constante.

Esta fatiga no solo afecta el rendimiento físico, sino que también puede llevar a un deterioro en la función cognitiva y a un mayor riesgo de depresión y ansiedad.

Estar en un estado crónico de lucha o huida es una respuesta al estrés que, aunque útil en situaciones de emergencia, puede ser perjudicial si se mantiene a largo plazo. Reconocer estos signos es crucial para buscar estrategias efectivas y ayuda profesional para gestionar el estrés.

La adopción de técnicas de relajación, terapia, ejercicio físico y una dieta balanceada son pasos importantes para promover un estado de calma y equilibrio más saludable, mejorando así la calidad de vida y el bienestar general.