Las experiencias que tuviste cuando eras un niño, tienen una manera de permanecer contigo a lo largo de tu vida adulta. Si eres alguien dentro del grupo que creció en familias tóxicas, es probable que hayas pasado por mucho. Has aprendido a mantener a las personas alejadas para protegerte de las heridas. Puedes, incluso, haber tomado la decisión de cortar los lazos con tu familia cuando ya andabas por tu cuenta. Incluso si cortas la comunicación, las cicatrices emocionales permanecen contigo.
Según un estudio realizado por el Dr. Giovanni A. Salum, los niños que provienen de familias tóxicas o disfuncionales, son más propensos a sufrir de problemas de salud mental. Estos problemas suelen ser causados por la internalización o externalización de los conflictos experimentados durante la infancia. Si creciste en una familia tóxica, no hay duda de que hayas superado muchos obstáculos en tu vida. Pero crecer en un ambiente tóxico, puede hacer que enfrentes ciertas luchas por el resto de tu vida, incluyendo la salud mental.
Conflictos que personas de familias tóxicas enfrentan cada día
Estas son cuatro luchas graves que personas provenientes de familias tóxicas enfrentan cada día.
Ansiedad
La ansiedad es uno de los problemas de salud mental más comunes, y tiene un vínculo específico con los hogares tóxicos. Según un estudio de la Universidad Ben-Gurion del Negev en Israel, un porcentaje «significativamente mayor» de adultos con trastorno de ansiedad generalizada, proviene de familias con hogares disfuncionales. Pudiste haber sido testigo de abuso, haber experimentado abuso tú mismo o fuiste dejado solo durante largos períodos de tiempo.
Tal vez no se te permitió probar cosas nuevas, ser creativo o explorar, o fuiste castigado cada vez que fracasabas. Cualquier tipo de ambiente tóxico en el que creciste, las experiencias de tu infancia pueden terminar causando ansiedad que permanece contigo a medida que envejeces.
2. Problemas para comunicarse e interactuar con otros
Si creciste en una familia tóxica, abrazarse o ser emocional pudo haber sido algo totalmente ausente. A medida que envejeces, esto puede dificultar la comunicación y la interacción con otros, incluyendo ser físico o tener una fuerte conexión emocional con alguien.
Has aprendido a no dejar que la gente se acerque a ti, lo cual es un duro hábito de romper. Un estudio psicológico de Texas Woman’s University encontró: «Los adultos criados en familias disfuncionales, frecuentemente reportan dificultades para formar y mantener relaciones íntimas, mantener una autoestima positiva y confiar en los demás. Temen una pérdida de control y niegan sus sentimientos y la realidad «.
Para dejar que alguien se acerque a ti, tienes que confiar en que no te van a lastimar, lo que es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
3. Cuestionando la realidad
Si creciste con padres tóxicos, la forma en que veías las cosas a tu alrededor, no era la forma en que tus padres veían las cosas. Tal vez fuiste acusado constantemente de algo que nunca hiciste, luego ser castigado por ello, o recuerdas un cierto evento que tus padres dicen que nunca sucedió.
La visión distorsionada de la realidad de tu familia, puede acabar provocando que cuestiones tus propios pensamientos y creencias. Puede ser difícil descifrar lo que es real y lo que no. Según la Universidad de la Mujer de Texas, «en la mayoría de las familias disfuncionales, los niños tienden a aprender a dudar de su propia intuición y de sus reacciones emocionales». Confiar en tus propios pensamientos, sentimientos y creencias puede convertirse en una lucha diaria.
4. Tener una voz interna crítica
Crecer en un ambiente tóxico muy raramente te garantiza el amor, el apoyo y la conexión emocional que necesitas como niño. Sin esas fundaciones, es casi imposible construir un fuerte sentido de autoestima. Si sufriste de abuso, tus padres pudieron haberte dicho que no eras lo suficientemente bueno, que eras un fracaso o que eras inútil.
Incluso si no usaron esas palabras, hay muchas maneras en que esos mensajes se te pudieron haber transmitido. Estos sentimientos agotan tu sentido de la autoestima, llevando a una áspera y crítica voz interior. Esto puede hacer que seas extremadamente duro contigo mismo en todas las cosas, ya sea en la escuela, el trabajo o las relaciones. Las personas que crecen en un ambiente tóxico, a menudo se enfrentan a una lucha constante con la confianza en sí mismos.
Si eres de las personas que han crecido en una familia tóxica o disfuncional y sufres de estos conflictos, o si no estás seguro que lo eres, pero te identificas con uno o todas estas características, no dudes en buscar ayuda psicológica si piensas que eso te será de gran ayuda para superarlo, y encaminar tu vida de una mejor manera.