Las úlceras por presión, también conocidas como escaras o llagas, son lesiones que se producen en la piel por permanecer en la misma posición durante largos periodos de tiempo, suelen aparecer en aquellas zonas del cuerpo donde el hueso está más cerca de la piel, como en los tobillos, los talones, las caderas, los codos, el sacro, etc.
Los úlceras por presión son un importante problema de salud, tanto para las personas que las padecen, ya que empeoran su estado y por tanto su calidad de vida; como para su entorno.
Grados de úlcera por presión
El conocimiento de los diferentes grados en los que se puede presentar es importante, por cuanto en cada etapa se precisa un tratamiento diferente.
- Grado 1: Piel intacta. Decoloración: la piel aparece pálida o enrojecida, a consecuencia de la presión y fricción local
- Grado 2: Lesión parcial de epidermis: las zonas alteradas presentan úlceras y flictenas, que rompen la continuidad de la piel.
- Grado 3: Lesión en piel y tejido subcutáneo: una lesión mayor, a veces en forma de cráter, abarcando incluso a la hipodermis y tejido celular subcutáneo.
- Grado 4: Necrosis tisular: se afectan también los tejidos profundos como músculos, articulación, tendones, huesos, asociando la presencia de trayectos cavernosos e infecciones.
El riesgo de padecer úlceras por presión es mayor en personas con una movilidad reducida, personas que permanecen largos períodos de tiempo encamados o personas en silla de ruedas. Algunas formas de evitarlas son examinando la piel al menos una vez al día, poniendo atención a prominencias óseas en talones, caderas, tobillos, codos y zona sacra, las zonas expuestas a incontinencia de fluidos corporales orina, heces, sudor, etc; que pueden lesionar la piel y provocar lesiones.
Mantener la piel limpia y seca utilizando jabones o sustancias limpiadoras con bajo poder irritativo, lavar la piel con agua tibia, aclarar y secar meticulosamente, pero sin friccionar, no utilizar alcoholes, ni colonias (ya que, pueden resecar la piel), aplicar cremas hidratantes. Si existe un problema de incontinencia o exceso de sudoración, utilizar productos barrera, como aquellos que contengan óxido de zinc, ya que protegen y aíslan la piel de la humedad.
Se puede realizar un buen manejo de la presión, considerando algunos elementos como la movilización, y elaborando un plan de cuidados que fomente y mejore la movilidad y actividad de la persona. Se aconsejan cambios posturales, que deben realizarse cada 2-3 horas siguiendo un programa rotatorio de cambios y la protección local con apósitos de diferentes formas que se adapten a la forma del cuerpo y la utilización de colchones, sobrecolchones, cojines y otros dispositivos de alivio de la presión.
Cómo elegir un colchón adecuado
El uso de un colchón anti-escaras no debe suprimir las movilizaciones y el cambio postural, ya que son la principal ayuda técnica en la prevención de las úlceras o escarras en los pacientes. El colchón es eficaz, pero es solo una ayuda y no el remedio para despreocuparse de los necesarios cambios de postura.
Existen en el mercado diversos tipos de colchones anti-escaras:
Colchones de espuma: están confeccionados en espuma de poliuretano, formados por cubos o celdas cuadradas que se adaptan a los relieves generales del cuerpo, lo que permite distribuir mejor el peso y reducir la presión excesiva en las zonas de riesgo y se diferencian por sus diversas formas, y sobre todo por la densidad de su espuma. Estos colchones vienen recubiertos por una película protectora contra la humedad, evitando que el colchón pueda almacenar líquido o gérmenes.
Colchones de aire: por sus propiedades y fácil manejo, son sin duda los más extendidos en el mercado, se colocan sobre el colchón normal proporcionando una base neumática sobre la que descanse el cuerpo, haciendo extensa las superficies de apoyo y escasa la presión en los puntos de mayor riesgo, favoreciendo la circulación a nivel de las prominencias óseas. Están formados por bloques de celdas de neopreno u otro material flexible, que se inflan de aire y se comunican entre sí a través de pequeños conductos internos situados en la base, permitiendo la circulación lenta del aire entre las celdas, dando una buena distribución de las presiones y adaptación en los cambios posturales así como una ventilación que evita la humedad y maceración.
Colchones de agua: están formados por un material plástico que se llena de agua, permitiendo la flotación del paciente sobre esta superficie. Suelen estar dotados de un termostato para mantener el agua a una temperatura constante y adecuada, se usan según el tamaño del paciente o las áreas que precisan tratamiento.
Colchones de gel: este colchón a base de gel viscoso se adapta a los contornos del cuerpo y proporciona un excelente almohadillado entre la cama y el paciente, de esta forma la parte superior del colchón actúa como si se tratara de una capa de grasa que proporciona una mejor distribución de las presiones y amortiguación del peso en las prominencias óseas, además permite disminuir las fuerzas de fricción. El colchón está dividido en compartimentos.
Colchones de silicona: Estos colchones situados entre los colchones estáticos y los neumáticos, gozan de una estabilidad mayor que las espumas de poliuretano y reparten bien las presiones en la superficie corporal, sin embargo, son pesados y difíciles de limpiar.