La inteligencia emocional forma parte de las habilidades que una persona puede adquirir a lo largo de su vida, y esto no solo puede ayudarnos a conseguir cosas, también significa tener la posibilidad de disfrutar más la vida.
Cuando hay deficiencia de inteligencia emocional, pueden presentarse una serie de complicaciones en la vida diaria de una persona. Las habilidades para conseguir cosas, incluso superarse a si mismo en un juego o descubriendo una habilidad intelectual nueva, no suponen que podamos gozar ni apreciemos de ello, esta falta de inteligencia emocional no se puede medir de igual manera que la capacidad matemática o intelectual, ya que el éxito no vale nada si nos inunda la tristeza o la frustración que no nos permite disfrutar de todo aquello.
La inteligencia emocional no significa ser exitoso ni siempre conseguir lo que queremos, tampoco asegura que seremos más encantadores o más populares. La habilidad de la inteligencia emocional tiene que ver más con el autocontrol y la confianza en sí mismo. Éstas son actitudes que se cultivan internamente, pero que se reflejan en nuestro comportamiento externo y traen con ellas actitudes más asertivas.
Señales de la falta de inteligencia emocional
Algunas características de la falta de inteligencia emocional pueden ser notorias diariamente. Lo podrás ver en personas que aparentemente consiguen lo que quieren o son muy exitosas, e incluso en quienes no son nada exitosos, también es posible.
1. La burla hacia los demás
Hay una gran diferencia entre reírse con alguien y reírse de alguien. Aquellos que han desarrollado la inteligencia emocional reconocen esta diferencia. Pero no sólo eso, sino que también logran sentir cuando una broma está causando malestar.
Si no se aplica la inteligencia emocional, las personas terminan culpando a los demás. Sienten que si los demás no pueden soportar la broma es porque son «amargados» o «demasiado sensibles«. Ni siquiera se les ocurre que sus bromas pueden no ser tan graciosas, o que pueden ser ofensivas. O simplemente que los demás pueden ser diferentes de ellos y no tienen que acoger todas sus bromas.
2. Estrés cuando alguien no entiende lo que estás explicando
Hay personas que se ponen muy tensas cuando alguien no entiende lo que están tratando de decir. La peor parte es que terminan culpando a la otra persona por ello. Ellos usan frases como, «¿Es realmente tan difícil de entender?» O «Cualquiera puede entenderlo«. De esta manera, pasa de ser una situación intensa a una agresiva.
Esta característica revela que la persona es muy rígida y probablemente egoísta . Ellos son los que tienen dificultades para entender que hay diferentes maneras de procesar y asimilar la información. Tampoco contemplan la posibilidad de que su manera de explicar sea lo que pueda ser defectuoso. Ellos terminan causando daño en una situación que podría haber sido resuelta con sólo dos minutos de paciencia.
3. Se niega a considerar diferentes opiniones
A lo largo de nuestro desarrollo todos nos formamos con lo que se llama un «sistema de creencias». Estas son ideas que vienen de la educación que recibimos, así como de nuestras experiencias y nuestra propia personalidad. Formamos una concepción de la realidad que sirve de punto de referencia para nosotros.
Sin embargo, en algunos casos, este sistema de creencias también puede convertirse en una cápsula que nos impide acercarnos a la realidad. En este caso, nuestra visión del mundo no es el fruto del desarrollo personal, sino más bien de la neurosis no resuelta. Es por eso que cualquier opinión que difiere de la nuestra es vista como una amenaza, incluso antes de analizar si es válida o no.
4. Odian su trabajo
La mayoría de nosotros pasamos una gran cantidad de tiempo de nuestra vida trabajando. Esta es una realidad que no podemos evadir. Si bien no es el único aspecto de nuestra existencia, es uno de los principales aspectos que toma nuestro tiempo y energía.
Cualquier trabajo, por simple o difícil que sea, contribuye al que lo hace. Cuando es un trabajo que detestamos, que no podemos soportar más, no hay razón para seguir haciéndolo: todo el mundo debería prometerse a sí mismo que va a buscar y encontrar un trabajo que les permite crecer de alguna manera.
5. No asumen su responsabilidad en cada fracaso
Esta característica puede resumirse al parafrasear el dicho bíblico de que algunos pueden ver la paja en el ojo de otra persona mientras no pueden ver la viga en el suyo. Hay dificultades que son estrictamente propias, pero hay otras que se comparten con un compañero, en un equipo o en una familia. A veces, en esos lugares hay personas que, cuando algo no sale bien, echan la culpa a otros.
Este es un rasgo que queda de una inseguridad infantil. La persona piensa, en primer lugar, que un error es algo desastroso. Y, en segundo lugar, que el objetivo es determinar quién tiene la culpa y no lo que está mal. Para aquellos que tienen un mejor desarrollo emocional, el error es visto como algo normal que, cuando se entiende mejor, es una oportunidad para el crecimiento personal. En lugar de buscar a alguien a quien culpar, buscan causas y soluciones.
La inteligencia emocional es algo que se puede desarrollar. Para algunos es más fácil, para otros no tanto. Pero la verdad es que todos los seres humanos tienen el derecho y la responsabilidad de vivir una vida mejor. Es por eso que vale la pena el esfuerzo para aumentar nuestra cuota de inteligencia que podemos aplicar a todas nuestras acciones.