A veces no estoy con nadie porque necesito estar conmigo mismo, sin embargo, eso me hace sentir culpable cuando no debería ser así. Hay quienes confunden mi elección con el egoísmo y se enojan, pero la gente más inteligente me entiende y me respeta porque a veces también necesitaban desconectarse del mundo.
Hay momentos en los que simplemente no podemos seguir el ritmo que la sociedad trata de imponernos y es necesario alejarnos para recargarnos o simplemente para hacer una pausa. Aunque no somos plenamente conscientes de ello, la obligación de estar siempre conectados y listos para responder genera una tensión que puede convertirse en la gota que desborda el vaso. Es por eso que a veces tienes que cerrar las puertas al mundo y tomarte un tiempo para quedarte a solas contigo mismo.
Los riesgos de suplantar nuestro momento a solas por el bullicio
Muchas veces terminamos relegándonos a un segundo plano, lo apartamos para dar prioridad a otras personas o actividades. En consecuencia, terminamos perdiéndonos en el bullicio del día. Posponemos el descanso y la desconexión necesarios para resolver pequeñas emergencias, responder mensajes y mantener relaciones.
El problema es que si nos mantenemos en segundo plano, terminaremos desconectándonos de nosotros mismos o, lo que es peor, enfermando. De hecho, debemos recordar que para cuidar a los demás primero debemos cuidarnos a nosotros mismos. Para disfrutar la presencia de otros, antes que nada debemos poder disfrutar de nuestra compañía.
Vivir en una sociedad tan competitiva e hiperconectada nos obliga a concentrarnos demasiado en las pequeñas urgencias de la vida o a satisfacer las necesidades de los demás y terminar olvidando la nuestra.
En ese momento comenzaremos a experimentar algunos cambios, las primeras señales de advertencia de que necesitamos una desconexión y volver a nosotros mismos:
- Fatiga constante. Es un cansancio extremo que no podemos recuperar ni siquiera en reposo, porque es el producto del estrés y la tensión acumulados durante un largo período de tiempo.
- Frustración. Cuando damos demasiado de nosotros mismos, en algún lugar dentro de nosotros sabemos que tenemos que desconectarnos pero, como no podemos, podemos comenzar a experimentar una gran frustración. Es como si estuviéramos atrapados en una escasez de la que no podemos salir.
- Irritabilidad e impaciencia. Todo nos molesta, incluso los pequeños estímulos que antes pasaban desapercibidos, porque nuestros sentidos están hiperestimulados y nuestro sistema nervioso está al límite, por lo que reacciona de forma exagerada al entorno.
- Pérdida de sentido. Hay un punto en el que podemos comenzar a pensar que nada tiene sentido, las cosas que primero nos gustaron perdieron su atractivo y nos volvemos apáticos y desinteresados, como si viviéramos con el piloto automático. Esto se debe a que estamos inmersos en nuestras responsabilidades al descuidar la parte más hedonista de la vida.
Lo interesante es que vivir en un entorno exigente termina siendo un narcótico que nos hace insensibles a nuestras necesidades. Es por eso que a veces solo tenemos que parar.
5 buenas razones para pasar tiempo a solas con nosotros mismos
Además de los mencionado anteriormente, y para evitar esas consecuencias, te comentamos estas cinco razones para volver a conectarte contigo mismo y desconectarte un rato de lo demás.
1. Recarga las baterías
El tiempo que pasamos solos nos ayuda a aliviar la tensión que otros están dejando sobre nuestros hombros. Básicamente, es una oportunidad para restablecer el equilibrio emocional y recargar las baterías. No es coincidencia que un estudio en la Universidad de Illinois descubrió que las personas que se sentían cómodas con ellas mismas y se preocupaban por defender su propio espacio tenían menos probabilidades de sufrir depresión, informaban menos molestias físicas y mostraban una mayor satisfacción en la vida.
2. Restaura el autocontrol
La capacidad de resistir la tentación, tomar buenas decisiones y controlar nuestro comportamiento depende en gran medida del autocontrol. Sin embargo, se ha demostrado que la autorregulación no es una capacidad infinita, sino que se consume durante el día, en la medida en que la usemos. Un estudio en la Universidad Northwestern descubrió que nuestro autocontrol es particularmente sensible a las complejas y exigentes relaciones interpersonales. Por lo tanto, estar solo nos ayuda a recuperar esta capacidad y el control emocional de nuestras reacciones.
3. Permite que el cerebro se recupere
Estar solo es crucial para el cerebro, ya que de esta manera le permitimos «desconectarse». De hecho, un estudio realizado en el Centro de Terapias Regenerativas de Dresde descubrió que el silencio contribuye a regenerar las neuronas. El punto es que cuando estamos solos y en silencio se activa lo que se llama la «red de modo predeterminado», lo que permite descansar en aquellas áreas del cerebro que explotamos más cuando estamos conectados. Esto nos permite aclarar ideas, enfocarnos y pensar más claramente. Lejos de las distracciones diarias podemos pensar mejor.
4. Nos permite conectarnos íntimamente con nuestro «yo»
Rodeados de demasiados estímulos, es difícil conectarnos con nuestra esencia. El tiempo que pasamos solos nos permite redescubrirnos y escuchar nuestra voz interior. Estos momentos son extremadamente valiosos porque son un descanso en la vida para cuidar al «niño pequeño» dentro de nosotros, saber cómo es y qué es lo que quiere.
5. Mejora las relaciones interpersonales
Puede parecer una contradicción, pero pasar tiempo solo nos permite estar más relajados y concentrados, esto se verá reflejado positivamente en nuestras relaciones interpersonales. Podremos lidiar mejor con los problemas diarios sin alterar y disfrutaremos más la presencia de otros.
¿Cómo recuperar el control?
Cuando percibes que el mundo está girando demasiado rápido, es hora de parar. Si sientes que la presión de quienes te rodean es excesiva y te impide ser tú mismo, detente y reorganiza tus prioridades.
Es probable que los demás te necesiten, pero para ayudarlos necesitas ser fortalecido y esto significa desconectarte y descansar. Reprograma tu rutina diaria y elimina todas las pequeñas «urgencias» que ocupan todo tu tiempo y energía innecesariamente.
Es importante que persigas tus objetivos, pero sin estresarte demasiado. Y si es necesario, tómate algunas horas o un día para quedarte solo. No es egoísmo, es una necesidad. No tienes que ser para nadie, porque en ese momento te necesitas a ti mismo.
Desconéctate y preocúpate solo por tu salud mental. Aprende a ponerte en la lista de tus prioridades.