Todos conocemos a esa mujer. Ella es fuerte e independiente, girando cabezas en el momento en que entra a la habitación. Dominando todo lo que se le ocurre, ella es la definición de éxito. Al negarse a ser arrinconada o forzada a conformarse, puedes encontrarla en cualquier aspecto de la vida: gobernando la sala de juntas, enseñando a la próxima generación en la escuela secundaria local o en casa criando a sus hijos y manteniendo el orden completo. Sin embargo, esa fuerza que traen estas mujeres muy a menudo suele venir por una realidad interior lastimada que también debe ser escuchada.
Cómo las mujeres más fuertes suelen ser las más lastimadas
Conocida como una ‘mujer alfa‘ en muchos círculos, ella es la que todos admiran. Mirando desde afuera, ella lo tiene todo resuelto. No hay nada que ella toque que no se convierta en oro, y lo hace todo con una sonrisa en su rostro. Manejando cualquier vida que se le ocurra con gracia y confianza, ella lo hace parecer fácil.
La vida le dio desafios…
En muchos casos, ella pudo haber tenido que enfrentar una vida más difícil que la mayoría. La vida le dio limones, probando su fuerza y resolución y simplemente desafiándola a darse por vencida. En lugar de eso, se puso de pie, con fuego en los ojos, y se negó a echarse atrás. Una inspiración para muchos que la conocen, ella da la impresión de que no hay nada que ella no pueda manejar.
Sin embargo, cuando está sola, hay otro lado de ella que nunca permitirá que otros vean. Debajo del exterior fuerte y audaz, ella esconde un lado vulnerable, ocultando su dolor, luchas y dificultades. No es que ella no los sienta, eso no podría estar más equivocado. Ella experimenta angustia, fracaso, traición y desilusión todos los días, posiblemente incluso más que los que la rodean, pero evita estos sentimientos y los reemplaza con una renovada determinación de cuidar de todo y de todos los que la rodean.
Cuando la vida se viene abajo y no sabes qué hacer, ella es a la que llamas. Ella siempre estará allí, sin dudarlo, extendiendo una mano para ayudarte a levantarte y un hombro para llorar. Ella habla con sabiduría y comprensión, explicando por qué está bien no estar bien por un corto período de tiempo, siempre y cuando te levantes después y sigas adelante. Al escucharte compartir todas las luchas de la vida, nada la asusta.
Sus luchas no son su preocupación…
Ella nunca se quejará de su necesidad de apoyo; en cambio, lo alienta a que se acerque y le recuerda que para eso están los seres queridos. Sin embargo, a pesar de todo esto, ella no comparte sus propias luchas y dificultades. Ella no te dice que irá a casa esa noche y llorará sola en su habitación. Sus luchas no son su preocupación, simplemente quiere mejorar la vida de las personas que ama.
Ella se niega a permitir que la vida la contenga, enfrentando la crítica que inevitablemente sigue a una mujer de fuerza e independencia. La han llamado una perra, le han cuestionado su autoridad y le han dicho que cambie sus formas para que se ajusten mejor a las expectativas de la sociedad hacia las mujeres. Encogiéndose de hombros, mantiene la cabeza en alto y continúa avanzando, motivando a otras mujeres a seguir en su camino. Ella no lloriquea ni se queja, después de todo, ella tiene esto, ¿verdad?
Se niega a decepcionar a nadie…
Lo que no ves, lo que no te deja ver, es que cuestiona y duda en secreto casi en cada paso del camino. Ella en segundo lugar adivina sus habilidades, e incluso entretiene la idea de que ella puede no ser lo suficientemente buena. Ella está obsesionada cada día por esta voz interior, derribándola y recordándole sus inseguridades. Sin embargo, sabe que hay más ojos en ella de los que puede contar, y se niega a decepcionar a nadie. Al pintar con una sonrisa segura, ella esconde sus temores y ansiedades para ser liberada solo cuando está en la seguridad de su propia casa.
Incluso su pareja, si tiene una, no ha visto la profundidad de sus luchas. Su preocupación por su bienestar y felicidad tiene máxima prioridad. Al igual que lo hace con sus amigos y familiares, hará todo lo posible por estar a su lado, mostrando amor, apoyo y compasión. Rehusándose a cargarlos con lo que ella ve como «sus problemas», ella sigue manejando su propio dolor detrás de escena. No es que no confíe en nadie más, adora la falta y teme que su dolor derribará a los demás. Al no querer nada más que lo mejor para sus seres queridos, no hay nada que la moleste más que saber que ella es la razón por la que sienten dolor.
Ella sabe que siempre hay que levantarse y ajustarse la corona…
Hay días en los que se preguntará si puede seguir adelante. Ella cuestionará su fe, ya que siente la abrumadora carga de su dolor. Anhelará pedir ayuda, gritar a las personas que la rodean, pero su mente no le permitirá pronunciar las palabras. En cambio, ella lo esconde todo a salvo fuera de la vista una vez más, y se levanta, limpiándose, listo para enfrentar otro día.