5 formas de identificar tus disparadores emocionales (y cómo manejarlos)

La mayoría de nuestros padres nos criaron para reprimir y aguantar nuestras emociones. Claro que sin usar estas palabras exactas. Pero muy a menudo podíamos escuchar cosas como: «No exageres» o «Lidia con eso», lo que en realidad, todo lo que esto hizo fue, en la mayoría de los casos, generarnos disparadores emocionales que nos muestran que hay emociones que fueron suprimidas y no sanadas.

disparadores emocionales

Probablemente pasamos la mayor parte de nuestra infancia y al menos la mitad de nuestra edad adulta descubriendo poco a poco que este método no funciona. Suprimir las emociones no necesariamente significa saber manejarlas.

Esto solo conduce a una larga lista de desencadenantes emocionales que nos hacen arremeter de manera injusta contra personas inocentes y / o con las que tenemos una relación importante en nuestras vidas. Ser adulto incluye reconocer estos factores desencadenantes y cambiar nuestras reacciones.

Hoy, repasaremos cinco formas de identificar tus disparadores emocionales y cómo manejarlos.

Las emociones reprimidas conducen a disparadores emocionales

Los disparadores emocionales pueden ser cualquier cosa que cree una respuesta emocional aparentemente irracional.

Por lo general, estos desencadenantes provienen de viejas heridas en la infancia, experiencias traumáticas, nuevas heridas no curadas o incluso la falta de capacidad para lidiar con emociones fuertes.

Los estudios sugieren que no poder expresar tus emociones fortalece la intensidad de las emociones en tu cerebro.

Un estudio en el que se analizaron las imágenes cerebrales de voluntarios que observaron imágenes en movimiento (una cara enojada) estos presentaron una mayor actividad en la parte del cerebro que registra las señales de peligro, llamada amígdala.

Sin embargo, curiosamente al etiquetar la cara como una cara enojada se mostró una respuesta menor en la amígdala, pero una respuesta aumentada en la corteza prefrontal ventrolateral derecha.

Esta porción de la corteza prefrontal es responsable de nuestra capacidad de poner en palabras una emoción.

Hay indicios de que también puede ayudar a disminuir la respuesta física y el procesamiento de las emociones.

Este estudio señaló que ser capaz de expresar las emociones disminuyó el impacto con el que se sentían en el cerebro. Esto permite a tu cerebro procesarlas y disminuir la reacción típica de lucha o huida relacionada con los sentimientos fuertes.

Expresar las emociones no tiene que ser necesariamente hablado, también puede ser de manera escrita.

En otro estudio, psicólogos revisaron varios estudios para determinar el efecto que las emociones reprimidas tenían en las personas.

Suprimir las emociones se vincula con la depresión y otras enfermedades mentales, una disminución en la regulación emocional y las habilidades de resiliencia, capacidades cognitivas disminuidas y diversas dolencias físicas.

Cuando uno es menos capaz de regular sus emociones, estas se activan más fácilmente.

Efectos de no identificar tus disparadores

Aprender a identificar tus disparadores emocionales es parte de madurar y aprender sobre ti mismo. A veces cuando algo nos oprime botones y no hay una reflexión real, no tenemos idea de dónde provienen.

Estos disparadores pueden afectar tus relaciones con tu familia, amigos, pareja, hijos, jefe o compañeros de trabajo e incluso con extraños.

Dependiendo de tu habilidad para manejar los disparadores emocionales cuando ocurre, puedes marcar o no la diferencia y ser alguien bien visto por los demás, alguien capaz de alcanzar una promoción en el trabajo, de demostrar a tus hijos que sabes manejar tus emociones y de hacer que tu pareja comprenda por qué puedes enojarte fácilmente.

En casos extremos, los desencadenantes dañan físicamente a las personas. Los desencadenantes emocionales pueden conducir al abuso conyugal, abuso infantil, abuso sexual y otras formas de violencia.

Identificando tus disparadores emocionales

Creamos nuestras propias emociones; por lo tanto, tenemos que aprender a controlarlas y a responsabilizarnos de ellas.

Parte de esa responsabilidad es reconocer cuándo estás teniendo reacciones que no están cumpliendo un propósito y que en realidad te están lastimando y posiblemente a aquellos que amas.

Puede ser difícil reconocer tus desencadenantes si has desarrollado métodos de negación muy grandes o si no estás dispuesto respecto a observar tu comportamiento emocional.

Buscar la ayuda de un terapeuta puede ser muy beneficioso, especialmente al principio del proceso del cambio.

Qué reacciones físicas tienes cuando reaccionas a los disparadores

Ya que hemos aprendido a reprimir o esconder nuestras emociones, ahora toca aprender expresarlas de alguna manera. Las emociones fuertes sin etiqueta son peligrosas para nuestro cerebro. Como resultado, tendremos respuestas físicas fisiológicas de lucha o huida:

  • Aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial
  • Temblores
  • Transpiración
  • Llorar
  • Fatiga extrema
  • Debilidad
  • Falta de contacto visual
  • Incapacidad para hablar
  • Nervios en el estómago
  • Respiración más rápida
  • Pensamiento abrumado

¿Qué dijo alguien que provocó la respuesta física?

Tu respuesta física es la primera pista de tu comportamiento. En este punto, si puedes, recuerda lo que alguien dijo y cómo respondiste. A menudo, la gente dice algo sin malas intenciones.

Sin embargo, asumir que te están criticando o acusando, una exhalación de cansancio o el tono de la voz pueden hacer que malinterpretes algo que te hayan dicho.

¿Ves un patrón en tus reacciones emocionales?

¿Te encuentras siempre respondiendo agresivamente a las críticas? ¿Que te levanten la voz te hace encogerte y sentir miedo? ¿Has estado al borde de las lágrimas cuando alguien menciona un evento de tu infancia?

Cuando alguien llega tarde para recogerte, ¿asumes que te olvidó o que no eras necesario?

¿Te enojas con tus hijos porque exigen que les prestes atención? Busca y detecta reacciones que tengas repetidamente en tus interacciones sociales cotidianas o con tus seres queridos.

¿Hay alguien que siempre te haga sentir incómodo, enojado, inseguro, celoso?

¿Te parece que siempre te sientes inseguro en torno a una clase específica de personas o un compañero de trabajo en particular? ¿Las figuras de autoridad te ponen automáticamente nervioso, y te preparas para cualquier tipo de ataque?

O, ¿las conversaciones a tu alrededor con respecto a un hermano o padre te ponen nervioso? ¿Por qué ocurre esto? Cuestiona tus reacciones a cada una de estas situaciones.

¿Encuentras temas o eventos específicos que te ponen a la defensiva?

¿Cómo manejas las críticas? ¿Te pones a la defensiva y comienzas a justificar tus acciones? ¿Te enojas y eres sarcástico sobre temas específicos con frecuencia? ¿Quizás incluso empiezas a despreciar a otras personas para compensar que te sientes insuficiente con algún tema?

Tus reacciones normales hacia las personas y los eventos que suceden a tu alrededor te darán las pistas acerca de dónde se encuentran tus inseguridades emocionales.

También puedes encontrarlas en los comentarios que recibas repetidamente de tu jefe, seres queridos, personas importantes e incluso en cómo te responden los extraños. Tienes que estar dispuesto a estar abierto a ver patrones en tu vida y mirarte a ti mismo y hacerte preguntas difíciles.

Cómo manejar disparadores emocionales

Aprender a identificar los desencadenantes emocionales es un gran paso. Es posible que solo puedas lidiar con uno a la vez, o puedes descubrir que algunos están interconectados.

De cualquier manera, ahora que tienes los ojos abiertos, ¿cómo lidias con el disparador emocional cuando aparece?

Ser consciente de que estás respondiendo a un desencadenante emocional es el primer paso. Si no tienes consciencia, estarás reaccionando por una sensación de supervivencia en lugar de responder a lo que alguien te está diciendo.

Toma el control de tus sentimientos. Uno de los peores hábitos que desarrollamos al tratar con las emociones es justificar nuestras reacciones a lo que sea que nos haya desencadenado.

Aprender a reconocer que estás reaccionando, examinar tus sentimientos y no culpar a la otra persona es otro gran paso. Es fácil acostumbrarse a decirle siempre a la gente, «si no hubieras gritado», «si solo hubieras llegado a tiempo», «me hiciste sentir de esta manera».

No, nosotros mismos nos hicimos sentir de cierta manera, y necesitamos tomar el control de eso.

Expresa lo que hayas sentido durante cualquier interacción. Ya sea que compartas cómo te sientes acerca de un ser querido, que lo escribas en un diario o que lo hables con un terapeuta, descubre y se consciente de cómo te sentiste sin culpa alguna. «Me sentí triste» o «Me sentí enojado».

Identifica la necesidad insatisfecha que está detrás del disparador emocional. Muy a menudo, nuestros desencadenantes emocionales están relacionados con una necesidad o expectativa que no se cumple. Algunas de esas necesidades pueden ser:

  • Aceptación de quién eres
  • Amor y afecto
  • Atención
  • Libertad para hacer cosas
  • Consistencia y seguridad
  • Equidad (especialmente entre hermanos)
  • Reconocimiento de importancia, atractivo, habilidad o inteligencia