Cómo dejar la culpa y empezar a responsabilizarte

La culpa, ese sentimiento que atormenta nuestras conciencias y ensucia nuestros corazones. La culpa puede ser un arma con doble filo: puedes destruir a otra persona o destruirte tú mismo, es usado como escudo, y en otras oportunidades también para rechazar ataques o juicios, la culpa es una emoción muy negativa, además de ser muy versátil.

dejar de culpar

El mecanismo de la culpa

La culpa sentida por nuestra propia persona es un mecanismo auto destructivo, sentimos culpa por cosas que hemos hecho o dejado de hacer, sentimos remordimientos y por lo general nos autocastigamos buscando enmendar la culpa por medio del dolor. Lo curioso de la culpa es que está manejada por un sentimiento de amor, realmente la culpa es una manipulación por amor, las madres solemos instaurar en los niños ideas como “si haces eso, yo me voy a sentir muy triste”, lo que genera en el niño la idea de culpabilidad y traición, pero esta no surge si en el vínculo no existiera amor. Amor propio, amor a nuestros valores, amor por los otros.

¿Por qué sentimos o hacemos sentir culpa?

Sentimos culpas cuando nuestra acción u omisión ha roto o violentado tu propio esquema de valores, esto es una auto traición, durante nuestra vida todos cometemos errores, en mayor o menor grado, y esto nos hace sentir mal, pero andar mirando atrás todo el tiempo para recriminarnos supone un uso inadecuado de energía (la cual no es ilimitada) y no nos aporta nada en positivo para solventar la situación. La culpa nos deja atrapados en un estado de impotencia que a la larga se vuelve circular y eterno.

Con el pasar del tiempo y la carga de culpas, nuestras ganas de continuar se van acabando; nos sentimos cansados y no podremos encontrar el camino de regreso a una vida plena, y comenzaremos a experimentar molestias físicas: opresión al respirar, y un gran peso sobre nuestros hombros. En los cimientos del sentimiento de culpa, se entrelazan multitud de formas diferentes de relacionarse con el yo, pero obedece de forma primaria a las manifestaciones de una baja auto estima, la culpa se convierte en el látigo del castigo.

Cómo actúan las personas con culpa

Las personas que sufren las consecuencias de las culpas, tienen generalmente un pensamiento rígido, eso quiere decir que no les es posible ver y crear matices en las situaciones, por lo que sus juicios serán muy estrictos.

Estas personas tienen en común un pensamiento rígido y polarizado, es decir, aprecian el mundo en blanco y negro: las cosas o son buenas o son malas, o están bien o están mal. No saben apreciar la infinidad de tonalidades que existen entre estos dos colores, porque su forma de pensar es demasiado estricta y estereotipada. Por ende, son prácticamente incapaces de analizar los aspectos positivos y negativos de una situación, ya que tienden a mover la balanza en un solo sentido.

¿Cómo se manifiesta la culpa?

Como ya mencionamos la culpa tiene multitud de manifestaciones, según el lugar hacia donde vaya la relación:

  • Los grandes culpables: Son aquellos que se sienten culpables por todo lo que ocurre, incluso si no tienen ninguna responsabilidad en lo ocurrido.
  • Los evasores: son aquellos que usan la culpa como espada, ellos son expertos en culpabilizar las demás más personas involucradas para salvar su cuota de responsabilidad en el asunto, suelen ser manipuladores y muy astutos.
  • Los mediadores, eso individuos a pesar de que tratan de mediar igualmente hacen uso de la culpa, estos son los que colocan la culpa en donde no hay otras personas, y fuera del control humano, su personalidad es medio mística y suelen creer en la suerte.

Ninguna de las relaciones de culpa antes expresadas es por supuesto mejor que otra son difíciles y dañinas, y en ningún caso se hace uso de la responsabilidad, por lo que estaremos cada vez más lejos de manifestar un control sobre las situaciones y tomar la rienda de nuestra vida.

Todos actuamos de manera equivocada en ciertas oportunidades pues nadie es infalible ni absolutamente bueno o malo, habrá momentos que suceda y obtengamos resultados indeseables en nuestras conductas, ya sea llevados por las emociones o las circunstancias, lo importante no es el origen del error, es la forma de afrontarlo lo que hará que esta experiencia negativa se trasforme en positiva y que podamos aprender y mejorar nuestra personalidad.

Es aquí donde entramos con el término de responsabilidad, ser responsable de tus acciones no es lo mismo que ser culpable de tus acciones, ser responsable de ellas te devuelve el protagonismo como ser humano activo en la construcción del sí mismo, al ser responsable tú y todos los que conozcan la situación, estarán esperando una acción de enmienda y no un castigo como hace la culpa. La responsabilidad ante el error produce introspección y acción tendente al cambio y la modificación buscando la no repetición de la acción, en cambio la culpa te hace una víctima de la acción y sus consecuencias.

Como lograr ser responsable de nuestras acciones:

  • Deja atrás el pensamiento rígido y polarizado. Asume que hay flexibilidad en todo y que la flexibilidad resulta mejor para resistir los cambios de los vientos. Juega con tus ideas y sentimientos, piensa en lo positivo y en lo negativo de todo cuanto encuentres a tu alrededor; esto será como gimnasia de pensamiento para ti.
  • Analiza lo sucedido, desarrolla un diálogo interior, encuentra tus fallas, ensaya nuevos patrones de respuesta, hurga, investiga, es necesario saber que sucedió, donde estuvo la falla para poder cambiarla o controlarla. Encontrando los patrones, descubrirás cuál es tu cuota de responsabilidad y cuál es la cuota de los otros involucrados.
  • Emprende acciones, si hay responsabilidad en tus acciones siempre debe haber una acción para enmendarla, planifica las estrategias de acción, nunca debemos quedarnos en la tristeza y el desamparo de la culpa.
  • ¡No te quedes ahí! Nadie es perfecto, toma cartas en el asunto, transforma tu culpa en responsabilidad.

Una persona que se siente culpable, se convierte en su propio verdugo.  – Séneca

Redacción de Vida Lúcida