La dopamina es la hormona de la felicidad, pero no todo es color de rosa con esta sustancia química. Veamos cómo actúa y que cantidad es la recomendada.
La dopamina es una molécula orgánica que facilita la transmisión de datos entre neuronas (sinapsis) o hacia las células de los músculos. Es fabricada por el sistema nervioso central, específicamente el encéfalo y también, en el hipotálamo y las glándulas suprarrenales. Su síntesis artificial se realizó por primera vez a principios del siglo XX. Y fue el resultado de un trabajo de investigación ejecutado por George Barger y James Ewens, en Inglaterra.
Funciones de la dopamina
Este neurotransmisor cumple múltiples funciones, entre las cuales se encuentran:
- Incremento de la presión cardíaca: así como, de su frecuencia
- Regulación del sueño, la atención, el aprendizaje y la actividad motora
- Control de la memoria, el humor y la habilidad para resolver problemas
- Inhibición de la prolactina (hormona responsable de la producción de leche después del parto)
A este mensajero químico se le considera responsable del placer porque controla las áreas de la motivación y el deseo. Además, nos mueve a repetir aquellas acciones que nos proporcionan goce o beneficio. Y se libera ante estímulos positivos y negativos. Cuando estos son agradables la dopamina nos lleva a aproximarnos o a desear una repetición de la experiencia. Si son molestos, incómodos o desagradables nos impulsa a alejarnos. Por todas estas razones, una persona puede volverse adicta a la misma.
Problemas asociados a la dopamina
Sus excesos pueden provocar manías persecutorias, alucinaciones e incluso, esquizofrenia. Si esta abundante liberación ocurre en un mal momento, la persona verá una situación pequeña o insignificante, de dimensiones exageradas. Por otro lado, los defectos en su producción pueden causar el desarrollo del mal de Parkinson. O empujar hacia la obesidad, porque el individuo sustituye con la comida su falta de “placer”. Otras manifestaciones por bajo nivel de dopamina serían:
- Socialización. Dificultades para mantener relaciones interpersonales. La ansiedad social es parte de este problema.
- Apatía. Indiferencia ante situaciones que deberían provocar interés.
- Anhedonia. Según el diccionario, se define como la incapacidad de sentir placer durante el acto sexual y de alcanzar el orgasmo. Sin embargo, a un nivel más amplio se entiende como la imposibilidad de encontrar agradables aquellas actividades que suelen ser calificadas así.
Ciertos estudios muestran que su presencia en la hipófisis se relaciona con el temperamento y la personalidad. Así, la gente serena con una gran autoestima y confianza en sí misma, tendrá concentraciones bajas de dopamina. Las altas se asocian con individuos temerosos y con la tendencia a sentirse ansiosos y estresados. La ausencia de miedo en los adolescentes y su amor por enfrentarse a situaciones peligrosas se debe a picos de este neurotransmisor. Este los hace sentirse superiores e invencibles.
Asimismo, los niveles elevados de la hormona en cuestión, se relacionan con la hiperactividad o una activación exagerada. También con la hipersexualidad o un deseo desmedido por practicar el sexo. Y con la hipersocialización. ¿Se acuerdan del muchacho que siempre era alma de la fiesta? ¿él que no paraba de reír o beber, ni de contar chistes? Quizás, tenía alta la concentración de dopamina en la sangre y por tal razón, actuaba de esa manera.
¿Cómo mantener este neurotransmisor en los niveles adecuados?
A pesar de todo lo anteriormente dicho, la verdad es que la dopamina es lo que nos hace humanos. Todo el mundo requiere mantener un nivel apropiado de esta hormona para poder ejecutar un gran número de funciones corporales y mentales. Dicho neurotransmisor, por ejemplo, es el que nos impulsa a ser competitivos para cumplir con nuestros objetivos personales. También nos llena de energía para defendernos del peligro o para resolver problemas. Es clave para el deseo sexual y los mecanismos de seducción.
Para aumentar sus niveles de dopamina a valores saludables para el organismo, se recomienda:
- Evitar las situaciones estresantes. La ansiedad reduce su concentración.
- Descansar bien. Eso implica dormir un mínimo de 8 horas diarias o lo que sus necesidades de sueño le indiquen. No descansar en lo absoluto, por otro lado, dispara los niveles de este agente químico, causando desasosiego y malestar.
- Practicar ejercicio físico. Practicar algún deporte con regularidad y moderación es muy útil.
- Meditar. El mindfulness, el yoga y otras formas de meditación también son beneficiosas.
- Consumir productos antioxidantes. Una dieta rica en betacarotenos y vitamina C, junto con vitamina E disminuye la circulación de radicales libres que destruyen la dopamina. Incluya kiwi, fresas y moras, manzana, zanahoria, etc., en su alimentación diaria.
- Minimizar los alimentos dañinos. Esta lista incluye grasas saturadas, harinas y azúcares refinados, cafeína, comida chatarra, etc.
- Aumentar la ingesta de productos ricos en tirosina. Por ejemplo: bananas, frutos secos como almendras, aguacate, carne y lácteos con contenidos reducidos de grasas, etc.
Por último, la dopamina no solo hace a la gente más feliz, creando sensaciones de placer, también puede ocasionar diversos problemas de salud. Por eso, es importante conocer de que manera funciona nuestro cerebro, a la hora de estimular la producción de solo aquellas cantidades necesarias para el organismo. Mantengamos los niveles en los valores requeridos para disfrutar de su gratificación, mientras nos alejamos de los trastornos causados por su defecto o exceso.