Repercusión del estrés sobre la piel

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La piel y el sistema nervioso central proceden del mismo tejido celular, la ectodermis, una de las tres capas primitivas que forman el embrión. No es por tanto sorprendente que la piel esté estrechamente vinculada al sistema nervioso. Factores como el estrés, la angustia, contrariedades o cansancio tienen por tanto repercusiones en la piel.

Repercusión del estrés sobre la piel

La piel, al igual que el conjunto del organismo, reacciona con intensidad ante el estrés: es objeto de reacciones inflamatorias como el eczema, o la aparición de rojeces y la tez se modifica. Las células de la piel son especialmente sensibles al estrés ya que la mayoría de ellas poseen receptores que responden a las hormonas denominadas “hormonas del estrés”.

Cómo afecta el estrés a nuestra piel

Estas hormonas, que se liberan entonces, provocan una vasoconstricción: el tejido cutáneo está peor nutrido, la cara cambia de color y está más pálida. Después aparecen otros signos: el vello se levanta y las glándulas sudoríparas empiezan a producir sudor, en particular en la frente, las palmas de las manos y las axilas. El cansancio también actúa sobre el aspecto de la piel: aparecen ojeras y rojeces, la piel está más rugosa y pierde luminosidad y frescor.

Según la Academia Americana de Dermatología, existe una relación directa entre las emociones negativas, como el estrés, y las afecciones cutáneas más conocidas. Así, por ejemplo, el estrés puede convertir unas uñas sanas en quebradizas, provocar una caída del cabello o generar hiperhidrosis.

Por ello, los expertos de la Academia Americana de Dermatología explican que, combinados con las terapias anti-estrés adecuadas, los métodos dermatológicos de hoy son capaces de reducir el estrés y sus consecuencias sobre la piel de forma rápida y eficaz. Por ello el dermatólogo tiene que tener formación para valorar estos aspectos psicológicos a la hora de tratar adecuadamente al enfermo dermatológico.

  • Psoriasis, rosácea, acné: El estrés puede agravar seriamente estas afecciones si no se controla a nivel médico. En presencia de estrés, las lesiones del acné pueden inflamarse, infectarse y dejar marcas perpetuas en la piel.
  • Úlceras bucales, psoriasis, dermatitis seborreicas:  En presencia de estrés la barrera protectora de la piel puede sufrir procesos severos de deshidratación, lo que se traduce en una piel más frágil y sensible, y muy reactiva a agentes irritantes, alérgenos e infecciones diversas.

En cuanto al perfil del paciente con estrés, por lo general carece de la energía y motivación necesarias para llevar a cabo rutinas adecuadas de cuidado de la piel. Además, a menudo manifiestan conductas dañinas (rascarse compulsivamente, frotarse, explotarse granos…) que pueden empeorar los problemas cutáneos sobrevenidos.

Redacción: Equipo de Vida Lúcida