La micosis cutánea es una infección por hongos de la piel, muy frecuente en climas cálidos con alta humedad. La piel es un órgano donde más frecuentemente se localizan las infecciones micóticas en el hombre, vivir en zonas húmedas, como los trópicos, tener una bajada de defensas o haberse sometido a tratamientos quimioterápicos son algunas de las posibles causas del origen de las micosis.
¿Cómo se puede contraer?
Cada especie tiende a producir sus propios rasgos clínicos, aunque a menudo varios de ellos ocasionan erupciones idénticas, otras veces son distintas y otras con unas características que permiten la identificación de las especies con sólo examinar al paciente. La fuente de contaminación puede provenir de otro ser humano, de un vector animal o puede estar en la tierra. Los animales domésticos, perros y gatos son los responsables de la transmisión al hombre, así como el agua puede ser reservorio alojando el germen de la enfermedad.
Dónde suele afectar
Hay que saber que la micosis cutánea puede aparecer a cualquier edad, tanto en adultos como en niños, afectando a diferentes partes del cuerpo. Ciertos desequilibrios de nuestro organismo, nos hacen más vulnerables al ataque de estos microorganismos. Las partes del cuerpo más propensas a las infecciones fúngicas son las zonas íntimas, el cuero cabelludo, las uñas, especialmente las de los pies, aunque en general cualquier zona del cuerpo puede verse afectada.
Las micosis pueden localizarse en cualquier parte del cuerpo, afectando al cuero cabelludo, o presentarse como manchas pigmentadas en el resto de la piel, también pueden ocasionar fisuras interdigitales de las manos y de los pies o zonas inflamadas en las axilas e ingles.
El hongo produce una forma de resistencia denominada «espora» y puede permanecer meses en un ambiente hasta que se encuentra un lugar propicio donde desarrollarse. Las cuales pueden clasificarse en superficiales y profundas; tiña, pie de atleta, candidiasis, pitiriasis versicolor son algunas de las micosis cutáneas o infecciones producidas por hongos, que pueden localizarse en cualquier parte de la piel.
Se caracterizan por ser enfermedades frecuentes y contagiosas, pero que pueden ser curables mediante la administración de un tratamiento médico adecuado. La causa original evidentemente es la multiplicación de determinados hongos que se encuentran normalmente en algunas partes de nuestro cuerpo.
Estas infecciones surgen cuando los hongos atacan la capa externa de la piel, ya sea del cuerpo o del cuero cabelludo, o también determinados órganos y partes del cuerpo, como es el caso de la vagina en la mujer.
Para que algunas infecciones micóticas se produzcan es necesario tener la piel húmeda, generalmente cálida y sucia, por ello son comunes las micosis cutáneas en la planta del pie cuando se camina con los pies descalzos por el suelo de vestuarios o en duchas de piscinas y gimnasios, sobre todo compartidos con otras personas. Es común que las infecciones por hongos sean más frecuentes en personas con algún tipo de deficiencia del sistema inmunitario, lo que médicamente se conoce como inmunodeficiencia.
Síntomas de la micosis cutánea
Los síntomas de la micosis cutánea varían en función del tipo de hongo que afecta a la piel, siendo lo más frecuente la aparición en el cuerpo de unas manchas blancas o rojizas que, entre otros, pueden producir malestar y sensación de picor. Son los síntomas más evidentes de que podemos estar ante una infección por hongos.
Son muchos los espacios en los que somos susceptibles de contraer una infección de este tipo, tales como gimnasios o piscinas, la playa o lugares frecuentados por animales (gatos, perros), o espacios con elevados niveles de humedad y altas temperaturas, así como la falta de higiene que también puede promover la proliferación de hongos.
Antes de efectuar el tratamiento médico es necesario establecer un diagnóstico adecuado, para ello se realiza un análisis al microscopio de la secreción de la lesión o una muestra de la piel afectada y una vez confirmada la infección micótica o fúngica, es común la administración de medicamentos antifúngicos, ya sean locales o generales lo que dependerá de la lesión y su localización.
Para evitar este tipo de infecciones es recomendable administrar, bajo supervisión médica, anti fúngicos tópicos o sistémicos. Mantener la piel seca y limpia, lavándola frecuentemente con agua y jabón, hacer un secado muy cuidadoso de la piel, especialmente en áreas de pliegues y mantener dentro de todo lo posible la piel al aire libre; cambiar frecuentemente los pañales en niños pequeños, utilizando pañales desechables de un solo uso; es importante cambiar frecuentemente de calcetines, y evitar calzado cerrado que mantenga el pie cálido y húmedo, utilizar toallas limpias y de uso personal, en las duchas y baños públicos, utilizar sandalias de plástico.