La depresión es uno de los trastornos más extendidos en la sociedad. Menospreciada por muchas personas, encontrarse dentro de una depresión puede llegar a destruirnos lentamente por dentro si no hacemos nada. Se confunde fácilmente con estar decaídos o con poco ánimo, expresiones cotidianas que nos pueden hacer mucho daño si se convierten en excusas para no reconocer cómo nos encontramos. Como siempre, la sinceridad con nosotros mismos será clave para darnos cuenta de cómo nos sentimos, y en este caso la depresión tiene el inconveniente de ser vergonzosa para muchas personas socialmente.
Hábitos que podrían causarte depresión sin que te des cuenta
Es en los hábitos cotidianos donde más alimentamos la depresión, encontrando un cultivo perfecto para que se asiente sin que nos demos cuenta. Estos cinco casos son los ejemplos más habituales entre la mayoría de personas:
Descuidar nuestro aspecto
Uno de los primeros síntomas, y de los más claros a ojos de los que nos rodean. Cuando comenzamos a descuidar nuestro aspecto físico mostramos la desidia que nos invade. Puede ser solo una pequeña racha, o un descuido puntual, pero debemos ser sinceros con nosotros mismos para valorar el estado en el que estamos. Hay que tener en cuenta que de la misma forma que es visible para todos se convierte en un tema difícil de tratar, por lo que es fácil que nadie nos diga nada hasta que sea realmente evidente.
Tener malos hábitos alimentarios
La pésima alimentación que tenemos por nuestro ritmo de vida acaba afectando a nuestro cuerpo y nuestro estado de ánimo. Si comemos siempre mal acabaremos descuidando la línea, a la par que nos sentiremos mal internamente y que principalmente este mal hábito puede traer consecuencias directas sobre la salud. Solemos hacer caso omiso de las recomendaciones nutricionales pero cuando las cumplimos no es difícil notar que nos encontramos más activos, con ganas de hacer más cosas y que disponemos de más energía para reinventarnos día a día.
Dejarnos llevar por la rutina
Para muchos la rutina es la mayor fuente de depresión en las grandes ciudades. Hacer todos los días lo mismo desgasta mentalmente, limitando nuestra imaginación y ganas de vivir. Esta sensación se intensifica en los trabajos sencillos que requieren repetir constantemente nuestra conducta, sin imprevistos ni problemas puntuales. Si además no tenemos una vida social completa rápidamente haremos de nuestra rutina la forma de vida elegida, pasando el tiempo hasta que un día nos damos cuenta de la desolación que sentimos por dentro.
No sacar tiempo para nuestras amistades
Esta es una de las excusas que más usamos con nuestros amigos. Rápidamente nos acomodamos a nuestra vida personal, llegando a ver las amistades como obligaciones que cumplir. Formar familia incentiva todavía más este punto, viendo cómo pasan los años y todos los amigos que hemos tenido han actuado de la misma forma que nosotros, pero no todos han acabado siendo felices. Mantener una red social independiente y de confianza es fundamental para no caer en la depresión, tenemos que ser capaces de conseguir tiempo para ellos. Porque si se quiere se puede.
Abandonar nuestros hobbys de siempre
A medida que crecemos muchos hobbys parecen no ser ya aptos para nosotros. La falta de tiempo y la presión social nos alejan de nuestras aficiones inconscientemente. Cuando esto pasa buscamos formas de entretenimiento directas y sencillas, como ver la televisión sin apenas prestarle atención. Debemos conseguir mantenernos fieles a nosotros mismos para no caer en la depresión, sabiendo que tenemos todo el derecho del mundo para seguir haciendo lo que siempre nos ha gustado.