Los amigos no tienen un vínculo de sangre con nosotros, pero se convierten en nuestra familia. Nuestros «amigoliares» nos han elegido y los hemos elegido, voluntariamente. Quién no recuerda esa escena maravillosa donde Forrest Gump va a rescatar a su amigo Bubba y éste, mirándolo a los ojos y a punto de morir, le dice: sabía que vendrías, Forrest… ¿Alguien tiene dudas de la solidaridad y la amistad de Los tres mosqueteros?
¡Todos para uno y uno para todos! En la vida real también pasa…
Y lo mejor es que estos gestos que nos enaltecen y hacen ser mejores personas, no solo se dan en la literatura o el cine, los tenemos a cada momento, gracias a la amistad. Un amigo, sin temor a exagerar, es alguien que llena de luz tu vida.
Yo me siento una afortunada porque he tenido la acompañía de amigas en momentos felices y tristes de mi vida… Recientemente, estuvieron ahí conmigo festejando los 15 años de mi hija y también ese sábado aciago para acompañarme, cuando falleció mi hermano… Con esas demostraciones de amistad a una no le queda más que decir, gracias ¡Cuenten conmigo!
La amistad nace de la coincidencia, aunque muchas personas para definir el vínculo maravilloso que surge , lo atribuyen a fuerzas casi mágicas, «algo» ocurre para que nos encontremos y coincidamos en el espacio y el tiempo precisos para conocernos.
La importancia de los amigos
Desde la temprana infancia los amigos nos enseñan a pertenecer, a socializar y a empatizar y compartir. La amistad es un concepto subjetivo y personal que tiende a variar con el paso del tiempo. Una escultura en movimiento, a la que vamos dándole forma y solidez a medida que maduramos.
Yo con los años me he dado cuenta que la amistad es un don que despierta nuestra parte luminosa, estoy convencida que «ser» amiga y amigo nos convierte en mejores personas.
Cómo identificar a la familia autentica
Sentimos la reciprocidad: La elección es voluntaria y mutua. Disfrutamos del vínculo compartido. Queremos construir vivencias, especialmente en momentos marcadores ya sea por alegrías o tristezas.
Derrochamos confianza: El manto de la amistad nos permite confiar en el otro, mostrarnos tal cual somos de forma sincera y sin poses. Los amigos nos aceptan y tratan con respeto.
Solidarios e incondicionales: Celebran tus triunfos sin ambages o envidia y se alegran de tus logros, pero si las cosas salen mal se quedan cerca para apoyarte. En nombre de la amistad tu felicidad me alegra y tu dolor me entristece.
La complicidad nos une aun en la distancia, nos mantenemos en contacto, nos recordamos y buscamos momentos de encuentros. Una amistad madura apuesta más por la calidad que por la cantidad.
Disfrutar de la verdadera amistad es tener un tesoro inapreciable. Una fuente de afecto, respeto y emociones positivas, como la generosidad y el perdón. Es tener con quien compartir un café, una buena o mala noticia, los días mismos…
Los amigos son una familia, pero elegida. -Autor desconocido.-