La Misoginia es un trastorno de comportamiento que se basa en un profundo odio o repulsión hacia las mujeres y todo lo relativo a lo femenino.
Son diversas las problemáticas que estas arraigadas creencias de supremacía con respecto al género femenino en particular traen a la sociedad.
Las causas son diversas pero guardan estrecha relación con la crianza, ciertas condiciones psicológicas como las inseguridades, así como el contexto social y cultural del individuo.
Características de la Misoginia:
Este comportamiento degradante basado en un odio de carácter irracional hacia las mujeres se caracteriza por continuos ataques físicos y psicológicos o a la promoción de los mismos.
Consecuencias Sociales de la Misoginia:
A nivel social, la Misoginia supone un retroceso que resulta incompatible con los avances científicos y tecnológicos, así como con la presencia femenina en los ámbitos intelectuales, políticos y empresariales.
La modernidad trajo consigo una transformación de los roles de hombres y mujeres, por ello, es inconcebible que existan grupos que se dediquen a discriminar a las mujeres y las consideren como seres inferiores.
Es un problema que se presenta en todas las sociedades pero en algunas existen incluso a nivel legal figuras que amparan la inferioridad de la mujer con respecto al hombre y el papel pasivo que debe ejercer.
Algunas de las consecuencias de la misoginia son las siguientes:
Aumento de la discriminación:
Se produce una discriminación entre géneros por medio de la cual se considera a la mujer como inferior al hombre. Esto se pone de manifiesto en los ámbitos empresariales donde la presencia de la mujer en cargos directivos o de relevancia sigue siendo escasa.
Así mismo, es bastante frecuente que a las mujeres se les designen salarios inferiores con respecto a los hombres aun cuando desempeñen el mismo cargo.
Promoción de la Intolerancia:
Los misóginos, por lo general, se agrupan con otros hombres para compartir sus sentimientos de odio, resentimiento y aversión hacia las mujeres por lo que logran extender y avivar éstas prácticas tan nocivas para la sociedad.
En medio de sociedades avanzadas más bien la lucha debería girar en torno a la extinción de las conductas que atentan contra la aceptación hacia las diferencias.
Desigualdad social:
En muchas culturas persisten leyes que promueven la desigualdad entre géneros y esto no hace más que reforzar las creencias de los misóginos y promover actos de violencia contra la mujer de forma física o verbal.
Las continuas descalificaciones que estos individuos emprenden en contra de las mujeres que se pueden extraer incluso del lenguaje en la medida en que cuando un hombre quiere menospreciar a otro o criticarle una conducta en especial se refiere a él como que se comporta como una mujercita.
Por otra parte, el hecho de que no existan leyes que amparen a las mujeres, ocasiona que muchos hombres sientan que pueden agredir a la mujer sólo por su condición sin consecuencias.
Lo idóneo es que en la actualidad tanto hombres como mujeres gocen de los mismos beneficios y derechos y les sea respetada su condición como humanos.
Las cifras anuales de feminicidios van en aumento y claro está que todos estos actos no son cometidos por misóginos, a veces el origen del crimen proviene del machismo pero son cifras alarmantes que no tienen razón de ser y que afectan a quien pierde la vida y a su familia.
Imposibilidad para conseguir la paz:
En sociedades donde reine el resentimiento y el odio no es posible vivir en paz, por el contrario, es una degradación para la especie humana cometer delitos en nombre de una concepción tan destructiva.