La esperanza de vida está determinada por muchos factores. El hecho de que vivamos más o menos depende no sólo de la genética, la dieta, el nivel de actividad física y los factores ambientales a los que estamos expuestos, sino también en factores psicológicos. Por lo tanto, no es suficiente limpiar el entorno y adoptar un estilo de vida saludable, si nos olvidamos de hacer una limpieza mental.
La tendencia hacia el perfeccionismo y la neurosis cobran una cuota muy alta
Algunos investigadores canadienses de la Universidad de Trinity Western se preguntaban si algunos rasgos de la personalidad podrían afectar nuestra esperanza de vida. Para descubrirlo, reclutaron a 450 adultos mayores y los siguieron durante seis años y medio.
En la etapa inicial del estudio, estas personas no sufrían de enfermedades graves. Sin embargo, el riesgo de muerte fue mayor en algunos que en otros. Durante las pruebas de personalidad, estos psicólogos descubrieron que las personas que tenían tendencia al perfeccionismo y que sufrían de neurosis tenían más probabilidades de morir. Por el contrario, el riesgo era mucho menor en personas que tenían una personalidad más optimista y responsable.
El perfeccionismo y la neurosis tienen muchos puntos en común porque implican la tendencia a la persistencia obsesiva. En el caso del perfeccionismo, la obsesión se debe al deseo de lograr mejores resultados mientras que en la neurosis depende de las preocupaciones.
Sin embargo, en ambos casos la incapacidad para romper con el trabajo o pensamientos estresantes puede causar cambios incluso a niveles inmunológicos, reduciendo nuestras defensas, como muchos estudios han demostrado.
El optimismo es la clave para vivir más
El optimismo, la extroversión, la autoeficacia y la apertura a nuevas experiencias son la clave para vivir más tiempo
Un estudio realizado en el prestigioso Instituto Karolinska confirmó los resultados anteriores. Esta vez los investigadores reclutaron una muestra más grande de 2.298 adultos de unos 60 años de edad, sin síntomas de cualquier desorden psicológico o neurológico y los siguieron por más de 11 años.
Después de este período descubrieron que la gente más extrovertida tenía una tasa de mortalidad de 65% más baja. Ser abierto a nuevas experiencias también resultó ser un factor positivo que redujo el riesgo de morir en un 26%.
Pero el hallazgo más interesante fue que los investigadores examinaron otros factores más allá de la personalidad, como el índice de masa corporal, el número de enfermedades crónicas que sufrieron los participantes, el nivel de actividad física y su estilo de vida. Así, concluyeron que el estado inicial de salud fue un factor determinante en sólo el 5% de las muertes.
De hecho, otro interesante estudio realizado en la Universidad de Kentucky, donde 180 monjas que vivían en la misma condición desde los 22 a 75 o 95 años, concluyeron que rasgos de personalidad como el optimismo y algunos recursos para enfrentar la vida que todos tenemos, son más confiables para predecir la longevidad que las condiciones de la sociedad actual.
Al reanudar el estudio realizado por investigadores suecos, se vio que las personas extrovertidas no sólo se distinguían por un alto grado de optimismo sino también por una enorme autoeficacia. La autoeficacia es nuestra confianza en nuestras capacidades, que podemos organizar y realizar diversas acciones que nos permitan influir positivamente en el medio ambiente y lograr los resultados que queremos.
Este conjunto de rasgos de personalidad, según los investigadores, es lo que impulsa a las personas a desarrollar estilos de vida saludables y adoptar estrategias más positivas para lidiar con la vida, lo que finalmente les permitirá vivir más tiempo.