Los efectos que puede producir el enojo, siendo una simple emoción pero que puede resonar muy fuerte, pueden ocasionar daños a nivel físico aunque también pueden ayudar a liberar la frustración.
Nuestro cuerpo es capaz de producir químicos que producen diferentes reacciones en el organismo, tales como el aumento de las palpitaciones, la respiración se acelera cada vez más, la voz tiembla y el sudor corre, entre otra series de contracciones e incluso dolores que luego aparecen, como el dolor de estómago.
Lo que el enojo puede revelar sobre nosotros mismos
El enojo es una emoción que se libera como ira, y puede afectar a nivel físico como a nivel emocional, además de revelar algunas cuantas cosas que tenemos ocultas o sin resolver con nosotros mismos.
Además de los efectos físicos, la energía de esa emoción genera varios tipos de pensamientos que acaban alimentando la rabia aún más. Pero ¿qué es lo verdaderamente está por detrás de este sentimiento? En principio parecemos más fuertes e intimidadores cuando estamos enojados. Solo que, en realidad, ese sentimiento puede estar escondiendo varias de nuestras inseguridades.
El enojo puede esconder el miedo
Imagina un niño que inocentemente hace algo muy peligroso, como por ejemplo, soltar la mano de un adulto y atravesar la calle corriendo. El padre o la madre pueden ponerse locos y pelear o inclusive pegarle al hijo. Lo que en realidad está escondiendo el enojo es el miedo de que le suceda alguna cosa mala a su hijo, miedo de la tristeza o culpa que eso puede causar.
El enojo con alguien puede esconder culpa
Imagina que hay algo que hayas hecho que te hace sentir culpable. Puede ser el abandono de un hijo o la injusticia contra un amigo, algún acto deshonesto o cualquier otra cosa. Si alguien toca el asunto, es posible que te defiendas con enojo y agresividad al revés de admitir tu error y tus reales sentimientos. Es como si dijeras: «¡No toques ese asunto, pues eso me hace sentir culpable, y no quiero sentir esa culpa!».
El enojo puede esconder una dificultad en decir no o imponer límites
Hay personas que lidian bien con la cuestión de imponer límites y hacerse respetar. Consiguen perfectamente decirle a los otros cuando están cansados y precisan irse, que no es permitido que se haga tal cosa en su casa o que no pueden llevar al amigo que pidió que los lleve en auto.
Sin embargo otras personas tienen gran dificultad en decir no. Y a cada límite que no es dado, acumulan resentimiento. Pueden parecer exteriormente tranquilas, pero por dentro la rabia y el rencor están acumulándose. Hasta que llega un determinado momento que cae la gota que rebalsa el vaso. El enojo se vuelve tan grande que supera el miedo de poner límites. Ahí su reacción es intensa, agresiva y es posible que diga todo lo que no dijo hasta ese momento.
El enojo puede esconder una necesidad de manipular al otro
Una hija que se siente culpada cuando su madre está enojada estará bastante susceptible a hacer lo que esta madre quiere, y no su propia voluntad. Puede establecerse un gran juego de culpa y manipulación lleno de sentimientos que a veces perduran toda la vida.
El enojo puede manifestar la falta de perdón
El enojo con alguien que no nos perdonó, esconde que aún no nos perdonamos. A veces, estamos enojados con alguien por que esa persona no nos perdonó por algo que hicimos cuando ya asumimos el error y nos disculpamos.
En realidad, es que nosotros somos los que no nos perdonamos aún. Estamos contando con que el otro nos perdone para que podamos finalmente perdonarnos. Es como si el otro tuviera el poder de devolvernos la paz interior. Nos quedamos, entonces, enojados con esa persona porque ella no nos libera. Pero está claro que podemos liberarnos, a pesar de que el otro aún tenga rencor. Como no conseguimos verlo de esa manera, sufrimos.
El enojo puede esconder la necesidad de reconocimiento
Hacemos muchas cosas esperando algún tipo de reconocimiento. Al principio decimos que no necesitamos de nada de eso. Pero cuando el reconocimiento no viene, nos enojamos con las personas.
Otras veces, alguien hizo algo que no nos gustó. El enojo surge como una forma de tratar de hacer que el otro se sienta culpable, reconozca lo que hizo, nos pida disculpas y diga cuan injusto ha sido.
El enojo puede esconder un sentimiento de rechazo
Las personas que fueron abandonadas, sea por los padres, parejas u otras figuras importantes, se sienten rechazadas. El rechazo es muy incómodo porque normalmente creemos, consciente o inconscientemente, que tenemos algo muy malo, que no somos dignos de recibir amor.
Ese dolor puede ser enmascarado y todo lo que mostramos es nuestro rencor, enojo, desprecio por aquel que nos abandonó. Es como si dijésemos: “¡Me rechazaste y me hiciste sentir que no tengo ningún valor, yo no quiero entrar en contacto con ese sentimiento, no se lidiar con él. Prefiero demostrar que estoy enojado contigo, probar que eres injusto, ingrato, que eres una mala persona!»
El enojo puede esconder un sentimiento de impotencia o no aceptación
Sucedió algo y no hay absolutamente nada que podamos hacer. El auto se descompuso y estás con mucha prisa. El empleado perdió un documento muy importante. La empresa aérea te vendido un pasaje pero no hay lugar en el avión. Está lloviendo mucho durante el feriado y habías planeado ir a la playa. Estas situaciones fácilmente pueden hacernos sentir irritados, la falta de aceptación puede llevarnos a estar enojados por mucho tiempo sin que seamos conscientes desde dónde se originó.
El enojo con los otros puede esconder el enojo que sientes contigo mismo
Hicimos algo teóricamente contra nuestra voluntad porque alguien nos lo pidió. En realidad, lo hicimos porque queremos ser aceptados y tenemos miedo al rechazo. Así no enojamos con la persona, tal vez creyendo que ella es una explotadora y que somos su víctima. Analizando en profundidad, en realidad, estamos enojados con nosotros mismos por haber hecho algo que no queríamos, enojo por no haber sido capaces de decir simplemente no, enojo por ser tan dependientes, por ejemplo.
Existen innumerables matices que pueden estar enmascarados por el enojo. Se podrían seguir listando muchas otras aquí. Normalmente, esconderán una mezcla de varios sentimientos. Los sentimientos de culpa, miedo, frustración, necesidad de reconocimiento y otros son los principales que se esconden detrás del enojo.
Enmascaramos nuestras fragilidades. Sintiéndose débil, el ego se esconde atrás de una aparente coraza de fuerza y agresividad, para asustar, para defenderse. Es como hacen en la naturaleza algunos animales pequeños e inofensivos. Cuando están acorralados, hay algunos que se hinchan, se erizan, abren las alas o un abanico de plumas. Todo para parecer mas grandes y más fuertes.
Si puedes reconocer que tu enojo tiene de trasfondo una carencia, puedes comenzar a trabajar en ello para evitar ser víctima de tus propios miedos no resueltos.