Se ha comprobado que los problemas que se generan con un desorden alimenticio, bien por consumo inadecuado de nutrientes, exceso y/o falta de otros elementos de la dieta, pueden acarrear serias consecuencias desde el punto de vista orgánico, funcional e, incluso, emocional en el individuo, si estas alteraciones no son detectadas a tiempo y corregidas, dejando algunas secuelas difíciles de mejorar.
Causas de desórdenes alimenticios
Los desórdenes alimenticios representan un conjunto de trastornos relacionados con la alteración de los hábitos de alimentación, aceptados como usuales y saludables para cada persona. Estas conductas pueden derivarse de múltiples factores, siendo los psicológicos y ambientales los principales y muchas veces no secundarios a la decisión voluntaria y consciente de cada individuo.
En ocasiones, pueden estar sujetos a factores externos e internos como la autoestima, frustraciones o presiones laborales/escolares, así como estándares familiares y sociales poco flexibles, tales como las constantes comparaciones con ideales de moda o estereotipos de belleza.
Una vida ajetreada, desorganizada y sin horarios adecuados para ingerir alimentos, con ingesta de comida procesada, alta en grasas y calorías, termina pasándonos factura, lo que repercute en nuestra salud que si está acompañada de sedentarismo, poca actividad física y antecedentes familiares de riesgo, generará sobrepeso importante hasta llegar a grados de obesidad que derivan en patologías cardio-metabólicas (diabetes, arterosclerosis y el síndrome metabólico) que de no corregirse de manera precoz y acertada pueden desencadenar deterioro permanente en el organismo.
Principales desórdenes alimenticios
Entre los principales desórdenes alimenticios que van desde la desnutrición hasta la obesidad mórbida, se encuentran la anorexia, la bulimia y la compulsión al comer.
Incluso, una misma persona puede llegar a presentar diversos comportamientos y, en otros casos, presentar conductas alternadas de ayuno, dieta, excesos de comida, uso de laxantes, autogeneración de vómitos y otras conductas distorsionadas, durante períodos de tiempo específicos que pueden sugerir el aumento de severidad y progreso de la enfermedad.
Impacto de los desórdenes alimenticios en la fertilidad
Una alimentación completa y balanceada que se refleje en un peso corporal saludable, es muy influyente sobre la fertilidad. El peso corporal, principalmente el contenido de grasa corporal, afecta hormonal y metabólicamente diferentes aspectos de la salud en general y de la reproducción en particular.
Es así como el contar con un peso ideal y una dieta adecuada puede influir incluso en la edad de aparición de la menarquía (primera menstruación) y permitir un adecuado progreso y adaptación de la etapa de transición prepuberal a la adolescencia y a una vida reproductiva plena.
En el caso de la anorexia, que es una distorsión psicológica de la apariencia real que cursa con una marcada ansiedad por el control del peso y de todo lo que se ingiere, debido al desorden alimenticio, a la baja ingesta calórica y la elevación de mediadores y neurotransmisores inhibitorios se genera un bloqueo secundario del eje hipotálamo – hipófisis, que puede presentar en etapas iniciales trastornos menstruales hasta llegar a conducir a la amenorrea (cese de la menstruación) y, por consiguiente, a la falta de ovulación, que se traduce en una incapacidad y/o limitación a la hora de poder concebir.
1. En la mujer
El sistema reproductivo es muy sensible al estrés que pueden implicar los trastornos alimenticios ya que, una vez recuperado el peso ideal, los problemas ovulatorios pueden persistir en algunos casos, requiriendo mayor tiempo de espera y hasta tratamiento adicional especializado, a fin de que el cuerpo recupere su capacidad reproductiva previa al desarrollo del trastorno alimentario.
De corregirse en corto o mediano plazo el desorden alimenticio y recibir apoyo en el aspecto nutricional, psicológico y médico reproductivo, es posible (si no existe otro diagnóstico subyacente que impida la fertilidad tanto para la mujer como la pareja), que se produzca un embarazo de manera espontánea.
De igual forma, la buena alimentación se refleja en la reserva de nutrientes disponible, para que no solo seas capaz de lograr un embarazo, sino que además pueda llevarse a feliz término; evitando complicaciones como el parto pretérmino o restricción del crecimiento fetal, relacionados con la presencia de anemia, desnutrición y deficiencia de ciertos aminoácidos y oligoelementos en la dieta.
2. En el hombre
En el caso de los hombres existen estudios que relacionan el contenido de nutrientes esenciales y las características espermáticas. Si bien es cierto que la prevalencia global de desórdenes alimenticios en los hombres es un porcentaje mucho menor que en las mujeres, en los últimos años va en aumento.
Por otra parte, se conoce que la deficiencia de ciertas vitaminas, minerales y oligoelementos, así como la dieta alta en colesterol y grasas insaturadas es capaz de generar incrementos de radicales libres, que afectan la calidad y estructura del espermatozoide, siendo además un factor de interferencia en la formación de un adecuado liquido seminal, generando en conjunto una pérdida o disminución de fertilidad masculina.