Dejar de culpar a los demás y tomar el control

Dejar de culpar es una de las cosas más difíciles e importantes de lograr. Frente a las diferentes problemáticas de nuestra vida la mayoría de nosotros hemos desarrollado mecanismos para evitar sentir dolor, la culpa es una de ellos, al descargar el pesado dolor sobre los hombros de otros o de otras circunstancias, sentimos un verdadero alivio que se expresa en un sentimiento de tranquilidad.

Dejar de culpar a los demás y tomar el control

Sin embargo pudiera parecer atractivo, pero no se trata en realidad de un mecanismo saludable de solventar las problemáticas, ya que resulta contraproducente pues nos permite de alguna manera negar nuestra propia responsabilidad y crear el desagradable y dañino habito de la evasión.

Dejar de culpar es recuperar el timón de tu vida

Dejar la culpa constituye una necesidad primaria para poder avanzar y aceptar que ha llegado el momento de mirar las cosas como son así nos duela, pues al estar presentes en la causa del problema, tomaremos el control y el timón para participar de manera activa en la resolución del problema.

Dejar de culpar representa sostener sobre nuestros propios hombros la responsabilidad para caminar con paso firme a la resolución, no solo parcial sino probablemente definitiva de conflictos que nos han afectado quizás durante muchos años.

¿Cómo lograr dejar de culpar a los demás?

Hacernos conscientes de que no somos víctimas de nuestras vida y circunstancias, sino que somos cocreadores y participes de ella, es la clave para dejar de culpar. Como ya hemos mencionado en otros artículos, tomar conciencia en la construcción de nuestra realidad, potencia nuestro crecimiento y desarrollo personal hacia la más temida pero reveladoras de todas las ideas, “la responsabilidad”, pero al mismo tiempo, una vez conquistada, nos da la seguridad de que podremos enfrentarnos a las dificultades, siempre dirigiendo por nosotros mismo el timón de nuestro destino. Aquí podrás encontrar una lista de sencillos pasos que te ayudarán a dejar de culpar y tomar el control por ti mismo de tu propia realidad.

Comienza a aceptar la realidad

Reflexiona, cada vez que te toque pasar por una mala experiencia en tu vida, detente busca un lugar tranquilo y piensa, que fue lo que ha sucedido, construye una bitácora de tus propias acciones analiza bien la situación.

 Acepta la realidad, entiende que todos nos equivocamos, en la búsqueda de la vida, es normal encontrar cosas que no nos gusten, piensa que es posible hacerlo mejor, respira redacta para ti una promesa “la próxima vez lo haré mejor”, escríbela y repítela varias veces respirando profundamente.

No te pongas a la defensiva

No alegues y no te defiendas, piensa que el error continuará allí con o sin alegatos, nadie te está incriminado, por lo tanto una vez que has aceptado tu falla, intenta rescatar de ella el ¿para qué? esta nueva experiencia llega a tu vida y qué cosa de ti o de los otros te está enseñando, alegar solo hará que caigas de nuevo en el círculo de la culpa y no te dejará avanzar.

Establece un dialogo desde la responsabilidad. Entiende que si algo arruina tu día fue porque tú le has conferido el poder de que lo haga, en realidad nada más que tú y tus pensamientos han podido hacerlo, si algo así sucede regresa a los pasos anteriores y reflexiona, cierra tu reflexión con una frase que comience con “yo”.

Mantén un dialogo interno

Practica una y otra vez el dialogo interior, reconoce y busca tus propios espacios de encuentro, háblate, pregúntate e interrógate, que cosas esperas cambiar de ti y haz planes para resolverlas de forma consciente y realista, no te disculpes, acciona para cambiarlas.Trata de verte como vez a los demás.

No juzgues, ni a ti ni a los otros. Intenta comprender que cada acción está basada en los recursos personales que se tienen para resolver, imagina en positivo que te hace falta para llegar a solucionar.

Eres el creador, olvida por completo que estás viviendo en las circunstancias, recuerda que tu mundo y tu realidad está creada por ti mismo, de esa forma comprenderás que puedes accionar para poder cambiarla.

Todo comienzo siempre es difícil y más si se trata de dejar hábitos que hemos forjado durante toda nuestra vida, pero una vez que damos el primer paso el camino se despeja y aclara, es el momento de dejar de culpar y comenzar una nueva etapa de crecimiento personal.

A lo largo del camino, damos forma a nuestra vida y a nosotros mismos. El proceso no termina hasta que morimos, y las elecciones que hacemos son en última instancia, absolutamente nuestras.  – Eleanor Roosevelt

Redacción: Equipo de Vida Lúcida