Un día los tenemos en brazos y al otro suena la alarma que nos marca la hora de la despedida de los hijos. Enseñaste, amaste y cuidaste a tus hijos.
Las noches de desvelo terminaron, tus hijos crecieron y se marcharon. Comienza una nueva relación con ellos, pero te duele la ausencia, la casa se siente sola, estás triste por su partida. Estás padeciendo el síndrome del nido vacío.
Tus hijos no son tus hijos, son los hijos de la vida y el mundo…
Gibram Khalil
¿Alguna vez te has detenido a ver cómo los pájaros construyen sus nidos? Con el pico van colocando ramas y hojitas hasta lograr el refugio que acogerá a sus polluelos. Los seres humanos de alguna manera también construimos un nido basados en el concepto de familia, lo llamamos hogar.
Los hijos dan un sentido especial a nuestra vida
Formamos una familia, tenemos descendencia y esto le da un sentido especial a nuestra vida. Como padres nos dedicamos a nuestros hijos, los cuidamos y hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para que crezcan sanos y fuertes. Mientras están creciendo queremos su autonomía y después, cuando la ejercen, nos sentimos tristes y muchas veces buscamos retrasar su partida definitiva.
Los padres desarrollamos un apego hacia nuestros hijos y en ocasiones optamos por anular esa parte del amor que dice: “deseo que encuentre su felicidad”; y la transformamos en: “sólo quiero darle seguridad a mi lado”.
El vacío generado por la ausencia de los hijos en el hogar es uno de los duelos más comunes y a veces difíciles de transitar. Algunos padres suelen superar rápidamente la despedida de los hijos. Otros, en cambio, se sumergen en una profunda desolación casi depresiva: Es el síndrome del nido vacío.
¿Cómo saber si estás sufriendo el síndrome del Nido Vacío?
Los síntomas se manifiestan cuando notamos con tristeza la casa vacía y ordenada, nos perturban los escandalosos silencios. Todo lo que una vez exigíamos y deseábamos de nuestros hijos –por favor recoge tu habitación, baja el volumen, no ensucies que acabo de limpiar- ahora se hace realidad. Este deseo concedido en vez de satisfacernos, paradójicamente, resulta abrumador.
Te acompaña la sensación de «nadie me necesita». Sientes tristeza y desolación. Se le suman trastornos del sueño, fatiga, desánimo y falta de apetito. Los casos más severos, somatizan en dolores reflejos en el estómago o el pecho.
Respira profundo y acéptalo. Tu nido está vació.
Consejos para superarlo
Después de la aceptación podrás recuperar el ánimo y la alegría de vivir que crees haber perdido porque tus hijos ya no viven en casa, siguiendo estos prácticos consejos.
- Mantén una buena relación con tus hijos.
- Propicia el contacto por cualquier medio, pero se oportuna.
- Reinventa tu relación de pareja, salgan a pasear, ocupen su tiempo juntos.
- Encuentra alguna actividad que te apasione y apúntate inmediatamente.
- Haz un grupo de amigos con los que puedas compartir.
- Ten un hobby.
- Únete a un voluntariado, ayúdate ayudando.
Recuerda que el nido, tu hogar, está lleno de amor y tiene corazón… Y mientras tu corazón siga latiendo, ¡el nido siempre tendrá un sentido!
Estás en paz porque hiciste tu mejor esfuerzo, has dado todo por ellos… Ha llegado el momento de dejarlos volar… Quédate mirando el esplendor de su vuelo y siente el orgullo de haberlos preparado para su partida.