Esto podría estar escondido en tu almohada y te podría estar matando

Las almohadas son un elemento esencial para un buen descanso, pero también pueden ser un foco de alergias, bacterias y ácaros que afectan a nuestra salud.

En este artículo te explicamos qué es lo que puede estar escondido en tu almohada y cómo evitarlo.

Alergias

Las alergias son reacciones del sistema inmunológico ante sustancias que normalmente no son dañinas, como el polen, el polvo o los ácaros. Estas sustancias se llaman alérgenos y pueden provocar síntomas como estornudos, picor de ojos, nariz o garganta, congestión nasal, tos o asma.

Las alergias se producen cuando el sistema inmunológico reconoce a los alérgenos como invasores y libera anticuerpos para combatirlos. Estos anticuerpos se unen a los alérgenos y desencadenan la liberación de sustancias químicas como la histamina, que causan la inflamación y la irritación de las mucosas.

¿Qué relación tienen con las almohadas?

Las almohadas pueden acumular una gran cantidad de alérgenos, especialmente los ácaros del polvo, que son unos pequeños insectos que se alimentan de las células muertas de la piel que desprendemos al dormir. Los ácaros del polvo pueden vivir en las almohadas durante años y multiplicarse por millones.

Los ácaros del polvo no solo están en las almohadas, sino también en los colchones, las sábanas, las mantas, las alfombras y los muebles tapizados. Sin embargo, las almohadas son uno de los lugares donde más contacto tenemos con ellos, ya que pasamos unas ocho horas al día con la cabeza apoyada sobre ellas.

Los ácaros del polvo pueden provocar alergias respiratorias en las personas sensibles, especialmente en los niños y los ancianos. Los síntomas pueden empeorar por la noche o por la mañana, cuando nos levantamos de la cama. Algunas personas pueden desarrollar rinitis alérgica crónica o asma bronquial debido a la exposición prolongada a los ácaros del polvo.

Bacterias

Las bacterias son microorganismos unicelulares que pueden causar infecciones en el organismo. Algunas bacterias son beneficiosas para nuestra salud, como las que habitan en nuestro intestino y ayudan a la digestión. Otras bacterias son patógenas y pueden provocar enfermedades como la neumonía, la meningitis o la tuberculosis.

Las bacterias se producen por la división celular de una bacteria madre que origina dos bacterias hijas idénticas.

Este proceso puede ocurrir cada 20 minutos en condiciones óptimas de temperatura y humedad. Las bacterias pueden transmitirse por el aire, el agua, los alimentos o el contacto directo con personas o superficies contaminadas.

¿Qué relación tienen con las almohadas?

Las almohadas pueden ser un caldo de cultivo para las bacterias, ya que ofrecen un ambiente cálido y húmedo donde pueden proliferar. Las bacterias pueden provenir de nuestra saliva, nuestro sudor, nuestro cabello o nuestra piel. También pueden proceder de otros factores externos como el maquillaje, los cosméticos, los productos capilares o los animales domésticos.

Las bacterias pueden causar infecciones en la piel, como el acné, la dermatitis o la foliculitis. También pueden afectar a los ojos, provocando conjuntivitis o blefaritis.

Además, algunas bacterias pueden entrar en el organismo a través de las vías respiratorias o de pequeñas heridas en la boca o en la nariz y causar enfermedades más graves como la faringitis, la sinusitis o la neumonía.

Cómo prevenir y eliminar lo que puede estar escondido en tu almohada

Consejos prácticos

Para evitar que tu almohada se convierta en un nido de alergias, bacterias y ácaros, te recomendamos seguir estos consejos prácticos:

  • Cambia la funda de tu almohada cada semana y lávala con agua caliente y detergente.
  • Lava tu almohada cada tres o seis meses, siguiendo las instrucciones del fabricante. Si es posible, usa un programa de lavado a alta temperatura y con un ciclo de centrifugado extra.
  • Seca tu almohada al aire libre o en la secadora, asegurándote de que quede completamente seca y sin humedad.
  • Usa una funda protectora impermeable y antiácaros que cubra toda la almohada y que se pueda lavar con frecuencia.
  • Elige una almohada adecuada para tu forma de dormir, tu peso y tu altura. Evita las almohadas demasiado blandas o demasiado duras, que pueden causar dolores de cuello o de espalda.
  • Renueva tu almohada cada dos o tres años, o cuando notes que ha perdido su forma o su firmeza.
  • Evita compartir tu almohada con otras personas o con tus mascotas, que pueden transmitirte alérgenos o bacterias.
  • Ventila tu habitación a diario y mantén una temperatura y una humedad adecuadas. Evita el exceso de calor o de frío, que puede favorecer el crecimiento de los ácaros o las bacterias.
  • Limpia el polvo de tu dormitorio con frecuencia, usando un paño húmedo o un aspirador con filtro HEPA. Evita el uso de plumas, lana o telas sintéticas que puedan acumular polvo o alérgenos.
  • No fumes ni permitas que fumen en tu dormitorio, ya que el humo del tabaco puede irritar las vías respiratorias y aumentar el riesgo de alergias o infecciones.

Siguiendo estos consejos podrás disfrutar de una almohada limpia y saludable que te ayudará a dormir mejor y a cuidar tu salud. Recuerda que una buena higiene de tu almohada es tan importante como una buena higiene personal. ¡No lo descuides!