Si has estado en exposición al moho, ya sea en un edificio dañado por el agua o alimentos contaminados, es probable que también hayas estado en presencia de micotoxinas, subproductos tóxicos del moho. Estas son toxinas ambientales comunes y tienen efectos adversos en muchos sistemas del cuerpo, incluido el tracto gastrointestinal.
Si bien probablemente hayas oído hablar de los síntomas respiratorios que pueden derivarse de la exposición al moho, investigaciones indican que las micotoxinas también pueden causar problemas graves en el intestino. Sigue leyendo para saber de qué manera las micotoxinas afectan la salud intestinal y la microbiota, y qué puedes hacer para restaurar tu salud intestinal si has estado expuesto.
¿Te has topado con moho?
Desafortunadamente, la exposición al moho es mucho más común de lo que podríamos esperar. Tan solo en los Estados Unidos, el 43 por ciento de los edificios tiene daños por agua actualmente y el 85 por ciento ha sufrido daños por agua en el pasado.
Incluso las casas que no han sufrido daños por agua pueden albergar moho si los niveles de humedad en el interior son demasiado altos. Los cultivos contaminados, incluidos los cereales, así como algunos alimentos fermentados y lácteos, también pueden portar micotoxinas.
Las micotoxinas pueden desempeñar un papel crucial en el desarrollo del síndrome de respuesta inflamatoria crónica (CIRS), una enfermedad compleja y multifacética. Si padeces de CIRS provocado por la exposición al moho, podrías experimentar una gran variedad de síntomas:
- Malestar después de esforzarse
- Debilidad o fatiga
- Problemas de memoria
- Dolores de cabeza
- Aturdimiento
- Dificultad para respirar y otros problemas respiratorios
- Problemas abdominales crónicos
Si experimentas los síntomas anteriores y crees que puedes haber estado expuesto a micotoxinas, se recomienda que te hagas una prueba de CIRS.
Más información sobre las micotoxinas
Las micotoxinas no son mohos, sino compuestos tóxicos producidos por tipos específicos de hongos como:
- Aspergillus
- Fusarium
- Stachybotrys chartarum o moho tóxico negro
Si bien algunas micotoxinas tienen aplicaciones útiles (el antibiótico penicilina es una toxina derivada de los hongos Penicillium y la micotoxina citrinina se usa para producir queso, sake y miso), la gran mayoría de las micotoxinas son dañinas y pueden causar enfermedades en los seres humanos.
Las micotoxinas dañinas que se encuentran con más frecuencia (que pueden ingerirse al consumir alimentos contaminados, inhalarse o absorberse de otro modo) son:
- Tricotecenos
- Fumonisinas
- Ocratoxinas
- Aflatoxinas
Las micotoxinas tienen una amplia gama de efectos dañinos en el cuerpo. Son cancerígenos, mutagénicos (capaces de alterar tu ADN) y estrogénicos (por lo tanto desencadenan un desequilibrio hormonal) y afectan la función normal del sistema inmunológico, los riñones, el hígado y el sistema nervioso. Investigaciones emergentes indican que las micotoxinas también interactúan con la microbiota intestinal.
De qué manera la exposición al moho daña tu salud intestinal
Las micotoxinas producidas por el moho perjudican la salud intestinal a nivel estructural y funcional. Interrumpen el equilibrio de bacterias beneficiosas y patógenas en el intestino, aumentan la permeabilidad intestinal, interfieren con la absorción de nutrientes (causando desnutrición), generan estrés oxidativo e inflamación y aumentan tu susceptibilidad a infecciones intestinales bacterianas, virales y parasitarias.
El moho afecta tu microbiota intestinal
Las micotoxinas pueden aumentar los niveles de bacterias intestinales dañinas y agotar los microbios beneficiosos. Investigaciones han encontrado que la exposición al deoxinivalenol (DON), una micotoxina fumonisina, aumenta significativamente los niveles de Bacteroides en el intestino.
Además, tener una alta proporción de Bacteroides está asociada con la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). La ocratoxina reduce los niveles de Lactobacillus reuteri y bifidobacterias. La reducción de lactobacilos y bifidobacterias beneficiosos disminuye la producción intestinal de ácidos grasos de cadena corta, lo que conduce al deterioro de la inmunidad intestinal.
Las micotoxinas también promueven el crecimiento de bacterias patógenas. En estudios con animales, la ingestión de ocratoxina aumentó el crecimiento de una familia de bacterias que incluye la Staphylococcus y la Listeria. La combinación de aflatoxinas y fumonisinas promueve el crecimiento de Escherichia coli que produce la toxina Shiga, un tipo de E. coli que causa diarrea, infecciones urinarias e infecciones del torrente sanguíneo.
La exposición al moho puede causar síndrome del intestino permeable
El epitelio intestinal, que son células epiteliales muy compactas que recubren las paredes de los intestinos, actúa como una barrera para bloquear la entrada de patógenos, toxinas y antígenos extraños en el torrente sanguíneo.
Los tricotecenos, fumonisinas y aflatoxinas afectan a una proteína que une las células epiteliales, debilitando esta barrera. También disminuyen la producción de mucina protectora del intestino y disminuyen la IL-8, una citocina que ayuda a eliminar los patógenos. Estos efectos aumentan la permeabilidad intestinal, causando intestino permeable y haciendo que el intestino sea vulnerable a infecciones.
Puede causar pérdida de peso e incluso desnutrición
Las micotoxinas pueden dañar las vellosidades intestinales. Las vellosidades intestinales son pequeñas proyecciones en forma de pelos que se extienden por el intestino delgado. Estas aumentan el área de superficie del intestino y proporcionan más vías para la absorción de nutrientes.
Los tricotecenos y las ocratoxinas degradan las vellosidades intestinales. El acortamiento de las vellosidades intestinales aumenta el riesgo de desnutrición, ya que se disminuye la superficie disponible para la absorción de nutrientes.
La micotoxina deoxinivalenol (DON), un miembro de la familia de los tricotecenos, también bloquea varios transportadores de nutrientes en el tracto GI. Incluido el transportador dependiente de sodio D-glucosa / D-galactosa (SGLT1) y el transportador D-fructosa (GLUT5).
La inhibición de estos transportadores altera la absorción de carbohidratos y puede promover el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO), la desnutrición y la pérdida de peso.
La exposición al moho podría aumentar el daño oxidativo
Las personas que han estado expuestas a micotoxinas requieren niveles más altos de antioxidantes para combatir el daño de los radicales libres en sus tractos gastrointestinales. Las micotoxinas inducen la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS), que dañan oxidativamente las células intestinales.
Aumenta la susceptibilidad a las infecciones intestinales
Quienes desarrollan síntomas causados por el moho a menudo experimentan una variedad de problemas gastrointestinales, incluidas las infecciones intestinales. La exposición a micotoxinas puede aumentar directamente tu susceptibilidad a infecciones intestinales bacterianas, virales y parasitarias ya que disminuyen tu inmunidad intestinal.
En estudios con animales, la ocratoxina desencadenó infecciones intestinales virales y fortaleció la virulencia de los parásitos intestinales. En pollos, la Fusarium reduce las poblaciones de células CD4 + y CD8 + (células T auxiliares), lo que aumenta el riesgo de coccidiosis, una enfermedad intestinal que se transmite fácilmente de un ave a otra.
Además, cuando se tienen altos niveles de micotoxinas, la eficacia de los fármacos antiparasitarios se reduce, lo que sugiere que la exposición al moho y sus micotoxinas debe ser lo primero que se aborde antes de intentar tratar las infecciones parasitarias.
Estos factores pueden empeorar los efectos nocivos del moho
Varios factores pueden exacerbar los efectos dañinos que tienen las micotoxinas en tu intestino, incluida la dieta, el uso de antibióticos, el estrés, la exposición a otras toxinas ambientales y antecedentes genéticos.
Tener una dieta rica en cereales, consumir productos lácteos convencionales y otros alimentos procesados que pueden contaminarse aumenta exponencialmente tu exposición a las micotoxinas. Las micotoxinas pueden ingresar al suministro de alimentos en varios puntos de su producción y distribución.
Por ejemplo, los granos almacenados, a la espera de ser transportados o procesados, pueden humedecerse y luego enmohecerse con hongos productores de micotoxinas. Y sobre todo cuando se trata de cultivos industriales que se cultivan y cosechan en grandes cantidades y luego se almacenan durante largos períodos de tiempo antes de salir al mercado.
Además, se sabe que el uso de antibióticos y el estrés alteran la flora intestinal, lo que puede reducir la capacidad del microbioma para hacer frente a las micotoxinas. La exposición a otras toxinas ambientales en los hogares u otros edificios con daños por agua, como las bacterias, actinomicetos, endotoxinas y compuestos orgánicos volátiles microbianos (COV), crea una mayor toxicidad en el tracto gastrointestinal.
Finalmente, las personas con variantes en los genes CYP pueden tener un mayor riesgo de desarrollar disbiosis inducida por micotoxinas y daño del epitelio intestinal. Esto se debe al procesamiento deficiente de las micotoxinas por las enzimas del citocromo p450 en el hígado.
Si sufres de SIBO o IBS, la exposición al moho podría empeorar estas condiciones
El tracto gastrointestinal sirve como la interfaz principal entre las micotoxinas ingeridas y el resto del cuerpo.
Impresionantemente, investigadores han descubierto que las micotoxinas y la microbiota intestinal participan en una diafonía bidireccional que, en última instancia, influye en la estructura, función y salud del tracto gastrointestinal.
A través de estudios han aprendido que, si bien una microbiota intestinal sana puede enlazar y metabolizar algunas micotoxinas ingeridas, las micotoxinas también pueden alterar la microbiota y reducir tu capacidad de desintoxicación natural.
Esto significa que las personas que sufren de problemas intestinales preexistentes, como el síndrome del intestino irritable (SII) y SIBO, pueden verse más afectados por la exposición a las micotoxinas que las personas con una microbiota intestinal sana, debido a cambios en las bacterias intestinales que reducen su capacidad para procesar micotoxinas.
¿De qué manera puedes restaurar tu salud intestinal después de la exposición al moho?
El primer paso para tratar los efectos secundarios de las micotoxinas es detener tu exposición al moho antes que nada y hacer una prueba de moho en tu hogar. Una vez hecho esto, podrás concentrarte en restaurar tu salud intestinal.
Toma probióticos
Las bacterias intestinales beneficiosas se unen a las micotoxinas y evitan su absorción en el intestino delgado. Algunas cepas probióticas que tienen propiedades de unión a micotoxinas son la Lactobacillus rhamnosus, L. plantarum, L. casei y Propionibacterium freudenreichii.
Si estás tratando de reducir la carga total de micotoxinas y tener una desintoxicación, se recomienda suplementar con un probiótico multiespecie que contenga estas cepas. El Saccharomyces boulardii es otro probiótico que se une a micotoxinas que es muy beneficioso. Este ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de animales expuestos a ocratoxinas.
Usa carbón activado u otro agente quelante
Los agentes quelantes, o agentes secuestrantes, son compuestos que se unen a las micotoxinas en el tracto gastrointestinal y evitan su recirculación a través del hígado y el tracto GI. Estos ayudan a reducir la cantidad de micotoxinas a las que están expuestas las células GI y los microbios.
La colestiramina, el carbón activado y la arcilla de bentonita son potentes aglutinantes que pueden reducir la biodisponibilidad de las micotoxinas en el intestino. Sin embargo, estos pueden causar estreñimiento. Solo se recomendarían si tiendes a hacer heces blandas o si sufres diarrea. Si estás estreñido, la chlorella también tiene propiedades de unión a micotoxinas y puede ser una mejor opción para ti.
Prueba tener una dieta baja en moho
Tu dieta puede ser una fuente importante de micotoxinas, especialmente si se compone principalmente de cereales, lácteos y otros alimentos procesados y envasados.
Hacer la prueba con una dieta baja en moho reducirá la cantidad de micotoxinas que ingresan al tracto gastrointestinal y protegerá las células epiteliales intestinales y la microbiota intestinal. Estas son algunas pautas simples para lograr implementar una dieta baja en moho.
Evita estos alimentos por completo
Evite las frutas con alto contenido de azúcar:
- Piña
- Mango
- Plátano
- Melones
- Naranjas
- Uvas
El exceso de azúcar alimenta el crecimiento excesivo de hongos en el intestino, una condición que a menudo acompaña a la enfermedad por hongos tóxicos. Evitar estos frutos temporalmente los hará morir de hambre y facilitará la erradicación de patógenos fúngicos.
También se recomienda que te mantengas alejado de los alimentos envasados y procesados, y de la mayoría de los granos y alimentos fermentados. Y, por supuesto, no consumas alimentos que contengan moho o levadura, como:
- Queso
- Bebidas alcohólicas
- Carnes procesadas y ahumadas
- Hongos comestibles
- Frutas secas
Puedes comer estos alimentos, pero sólo con moderación
Consume cantidades moderadas de:
- Arroz
- Quinua
- Mijo
- Alforfón
- Teff
- Avena sin gluten
- Papas
- Patatas dulces
- Leguminosas
- Frutas bajas en azúcar como manzanas y bayas
Come estos alimentos cuando quieras
Eres libre de comer carnes y aves de corral orgánicas y de libre pastoreo, mariscos silvestres, vegetales sin almidón, nueces y semillas frescas germinadas, aceite de oliva, aceite de coco, ghee y mantequilla.
El caldo de huesos, la gelatina y los péptidos de colágeno proporcionan aminoácidos de fácil asimilación que pueden ayudar a reparar las células intestinales dañadas, por lo que son otra gran adición a tu dieta baja en moho.