Investigaciones anteriores han demostrado que los cambios en el equilibrio de bacterias en el intestino pueden afectar el estrés, por ejemplo, con respecto al comportamiento, pero esta investigación es la primera en vincular este equilibrio con el cerebro.
¿Cómo se relaciona nuestro tracto gastrointestinal con el estrés?
Es un error común pensar que la mayoría de la gente piensa que todos los trastornos mentales son causados por desequilibrios químicos en el cerebro. Ciertamente, la actividad neuroquímica del cerebro juega un papel importante en muchos casos. Pero un artículo publicado por la Escuela de Medicina de Harvard titulado «La conexión intestino-cerebro» pone en juego nuestro sistema gastrointestinal. Los puntos principales del artículo establecen que:
El intestino envía mensajes al cerebro, pero también el cerebro al intestino. Las molestias estomacales o intestinales pueden afectar esta conexión cerebro-intestino.
Si el efecto es severo, el estrés intestinal o estomacal puede ser causa o efecto de ansiedad, depresión o estrés.
Nuestro segundo cerebro
Si antes pensabas que nuestro cerebro y nuestro cuerpo son complejos, ¡ahora lo confirmarás! ¿Sabías que más del 90% de la serotonina, la hormona responsable de nuestro estado de ánimo estable, se produce en el intestino? Nuestro sistema intestinal también contiene una red de neuronas, células especiales que transmiten señales nerviosas. Esta red compleja permite que el intestino interactúe con el sistema nervioso central, es decir, el cerebro, y viceversa.
La mayoría de las interacciones tienen lugar en este eje intestino-cerebro y los científicos ahora consideran este centro de comunicación como central para nuestro cuerpo.
El eje intestino-cerebro y la salud mental
El tracto gastrointestinal alberga miles de millones de bacterias saludables que componen la flora intestinal. Esta comunidad bacteriana es responsable del buen funcionamiento del sistema, como la digestión, síntesis y absorción de vitaminas y minerales, así como de la respuesta inflamatoria. El eje intestino-cerebro es el foco de muchas investigaciones sobre la salud mental y física.
¿Qué han descubierto los científicos?
Los científicos ya conocían esta conexión. Sin embargo, solo recientemente se ha descubierto que las bacterias intestinales tienen un efecto significativo en la salud mental. Investigadores de la Universidad de Cork (Irlanda), por ejemplo, han hecho un descubrimiento revolucionario. Los «reguladores de genes»: los genes que «codifican proteínas» juegan un papel fundamental en los trastornos de ansiedad y están influenciados por los niveles bacterianos en el intestino.
¿Qué significa esto para nuestra salud?
La investigación es parte de un creciente cuerpo de investigación que relaciona las bacterias intestinales con la salud mental.
Un regulador de genes, llamado microARN (miARN), creó altos niveles de estrés en ratones que carecían de bacterias intestinales.
La inyección de miARN en ratones exacerbó los síntomas de ansiedad previos.
Los hallazgos sugieren que un equilibrio saludable de los niveles bacterianos en el intestino es esencial para regular el miARN.
A su vez, los miARN pueden ser regulados, regulando así los niveles de estrés en humanos. La investigación podría ayudar a dar forma a terapias que apunten al intestino más específicamente que al cerebro.
Efectos terapéuticos
La investigación de la Universidad de Cork es la primera de su tipo en vincular el equilibrio del microbioma intestinal con áreas específicas del cerebro.
Esta investigación es importante porque los miARN pueden afectar fundamentalmente (procesos) el sistema nervioso central y las estructuras cerebrales, como la amígdala y la corteza prefrontal, explica Gerald Clark, investigador principal.
La amígdala es una de las estructuras históricas más antiguas del cerebro, tiene forma de nuez y se cree que es responsable de las emociones. La corteza prefrontal es el área ejecutiva de nuestro cerebro y es responsable de varias funciones importantes (planificación, toma de decisiones, comportamiento social, etc.).
Si los científicos utilizan con éxito estos hallazgos, cambiarán en gran medida la calidad de vida de las personas que sufren de ansiedad y estrés, un trastorno que ahora afecta a un número cada vez mayor de personas.