Las lecciones de vida que pueden enseñar los hermanos

     Todo aquel que tiene hermanos ha experimentado al menos en alguna oportunidad una mezcla de sentimientos dentro de sí que va desde lo dulce hasta lo más amargo. Y es que, ¿quién, si no tu hermano, para enseñarte cómo se puede amar con gran devoción un día y al otro estar disgustado?

Lecciones de vida que pueden enseñar los hermanos

Lecciones que pueden enseñar los hermanos

     Son nuestros grandes maestros, aquellos seres con los que toca compartir desde el amor de los padres, largos días de juegos, travesuras y complicidad. A través de la relación con ellos, adquirimos las primeras lecciones:

Fortalecer la empatía

     Por medio de la relación con nuestros hermanos, esas personas con las que la convivencia es obligatoria, aprendemos el respeto y la consideración hacia los otros, en cuanto a las diferencias enfocadas en la manera de pensar como en torno a sus sentimientos.

     Ante el roce, las vivencias y los posibles desacuerdos, llegamos a entender que se puede amar a otro de forma incondicional aun cuando es distinto a ti. Ellos despiertan en nosotros, en gran medida, un instinto de protección que, pese a las diferencias que puedan existir, siempre prevalecerá frente a determinados contextos.

     Sobre este aspecto no se puede generalizar porque cada dinámica entre hermanos posee características diferentes. Algunos se relacionan en medio de conflictos continuos mientras que otros mantienen un clima bastante armónico y amoroso. Sin embargo, el hecho de que abiertamente conserven una tendencia a los desacuerdos, no constituye una base sobre la que se pueda alegar que no exista el amor.

     Ante una amenaza externa, aparece de inmediato la figura más característica de la hermandad: El instinto de protección. Ésta es una reacción natural y se puede observar en cuanto alguno de los hermanos recibe un ataque o se ubica ante cualquier tipo de peligro y el otro reacciona para protegerle de manera contundente.

     Por lo general, los hermanos mayores se enfocan en el bienestar y orientación de los menores. A pesar de los conflictos o peleas que puedan presentarse y de la competencia por el amor de los padres, este sentimiento siempre permanece.

Trabajo en equipo

     Es uno de los grandes aprendizajes y contribuye incluso con nuestro proceso de maduración. Es uno de los primeros escenarios donde entiendes que la unión hace la fuerza.

     Si bien es cierto que todas las personas tienen las capacidades y destrezas para lograr y concretar aquello que se propongan de forma individual, el trabajo en equipo multiplica las posibilidades de alcanzar el éxito.

     Con nuestros hermanos entendemos que, al unir nuestros conocimientos y acordar estrategias, se nos facilita el camino. Quizás nuestros primeros equipos sean para llevar a cabo algunas travesuras sin ser descubiertos pero es un ensayo que te servirá para la vida.

     El momento en el que te toque integrar grupos o formar alguno de ellos, dispondrás del conocimiento, aunque de forma muy somera, de cómo debes conducirte para que el equipo funcione. Sabrás que se necesita repartir las tareas para que el trabajo salga adelante, quizás a liderar y a contribuir.

A perdonar

     Es simple, con pocas personas tendremos tantos conflictos a lo largo de nuestras vidas como con nuestros hermanos. Si eres un hermano mayor, cabe la posibilidad de que perdieras la cuenta de cuántas de tus preciadas posiciones fueron destruidas por ellos y sin embargo, fue algo que superaste y que quedó en el pasado.

     Probablemente durante tu edad adulta hasta te sonrías al revivir estos momentos. Si eres de los menores, es posible que hayas sido víctima de abusos de poder por parte de los mayores y a pesar de ellos jamás dejaste de admirarlos.

     Los perdonaste y siempre lo harás a pesar de todo porque el vínculo de hermandad es inquebrantable.

Ser cómplices

     Son nuestros primeros grandes cómplices de travesuras, juegos. Con ellos solemos formar equipos inquebrantables para ocultar cualquier acto no permitido a nuestros padres.

     No hay mejor aliado que tu hermano para cubrirte las espaldas al momento en que infrinjas la ley en el hogar y temas ser descubierto. Son nuestros primeros grandes amigos y si logras cultivar y mantener esa relación, tendrás un compañero para toda la vida.

La tolerancia

     Aprendes a vivir bajo el mismo techo, incluso a compartir habitación con una persona que, aunque es tu familia, es muy distinta a ti a nivel de temperamento, actitudes, formas de pensar, entre otros aspectos. Por ende, desarrollas la capacidad de aceptar las diferencias y a convivir entre ellas.

     Desarrollas el respeto hacia los otros en cuanto a las posesiones, sentimientos y espacios. Los llegas a valorar a pesar de las incompatibilidades.

Respeto a las jerarquías

     La familia es el primer escenario en el que aprenderás que cada integrante ocupa un orden dentro del sistema el cual se debe respetar.

     En el núcleo familiar, todos son importantes y ocupan un lugar que es irremplazable. Los padres ocupan los puestos de mayor jerarquía y cada hijo tendrá un lugar según el orden de nacimiento.

A compartir

Es en la familia y con nuestros hermanos donde se aprende a compartir y a concientizar que los recursos disponibles son para ser distribuidos entre todos.

     Los juegos, los juguetes y la habitación les pertenecerán a todos por igual. Las celebraciones y los episodios negativos que puedan afectar a la familia también le atañen a todos.

Capacidad de negociación

     Seguramente fueron incontables las ocasiones en las que te tocó ceder y negociar con tus hermanos el horario en que te correspondería a ti ver el televisor o un turno para columpiarte. Al convivir bajo el mismo techo, donde los recursos se deben compartir entre todos, siempre surge la posibilidad de establecer tratos para conquistar espacios en los que todos salen ganando.

La paciencia

     Es la virtud de saber esperar tu momento, tu turno porque no eres el único hijo; están otros a tu alrededor que también requieren de la atención de los padres. Para los padres, es complicado en ocasiones repartir el amor y los recursos de manera equilibrada en un espacio en el que todos quieren que sus demandas sean la prioridad.