Máscara del embarazo: ¿Qué es y cómo tratarla?

La máscara del embarazo es una afección cutánea también conocida como melasma o cloasma, la cual se manifiesta en las zonas del cuerpo expuestas al sol, sobre todo, en el rostro, donde, en la mayoría de los casos, aparecen manchas casi simétricas de tono parduzco a marrón mayormente en personas de tono de piel un poco más oscura y en zonas del trópico, con una intensidad variable, a nivel de las mejillas y la frente, semejando el aspecto de una máscara o antifaz. Suele ser más frecuente en el sexo femenino, muchas veces relacionada con el estado de gravidez o embarazo, porque a pesar de su nombre, esta afección también se presenta en los hombres.

Mujer joven que presenta el la máscara del embarazo o melasma

¿Por qué se produce la máscara del embarazo?

Vale señalar que no todas las mujeres gestantes pueden padecer de melasma, puesto que debe existir una predisposición genética generadora del factor de riesgo para que pueda desarrollarse en mayor o menor intensidad. Sin embargo, la aparición de la máscara gravídica no necesariamente sucede en todos los embarazos de una misma paciente, así como tampoco puede presentarse con la misma intensidad, lo que depende de factores adicionales, como los ambientales y de las medidas de prevención que sean tomadas.

Es importante recalcar que en el embarazo existe, de manera fisiológica, un aumento en la pigmentación de diversas áreas como el rostro, las aréolas mamarias, la vulva, la región perianal, así como en la línea alba (línea media que va desde la cicatriz umbilical hasta el pubis o Monte de Venus), que suele tornarse de color pardo oscuro. Esta hiperpigmentación se puede ir reconociendo a partir de la octava semana del embarazo e ir reforzándose, a medida que la gestación sigue su curso.

Otros síntomas asociados

En algunas ocasiones el melasma puede estar acompañado de algún escozor, aunque generalmente no existen otros síntomas más que los estéticos y en el caso de que su origen sea la gestación, suele desaparecer de manera progresiva en el transcurso de pocas semanas una vez que la mujer haya dado a luz, pero cuando no está asociada al embarazo, se debe investigar a fin de corregir los factores causantes.

Tratamiento

Se puede tratar la máscara del embarazo corrigiendo el factor que la detona, como así también empleando algunos métodos naturales y dermatológicos para tratar el melasma.

1. Corregir la causa que lo produce

Para su corrección, el diagnóstico certero de las causas del melasma es fundamental. La aparición de esta afección suele ser multifactorial, no obstante, los desencadenantes principales en el embarazo son los cambios hormonales relacionados al mismo debido al aumento progresivo de los niveles de estrógenos y progesterona, que genera la elevación de la hormona estimuladora de los melanocitos (células encargadas de producir el pigmento de la piel), teniendo como factor de riesgo adicional la sobreexposición al sol y el desarrollo de trastornos metabólicos como la diabetes o patología tiroidea.

En el caso de embarazo es posible que a simple vista y con las características de la pigmentación pueda hacerse el diagnóstico. Sin embargo, en el caso de tener dudas, es viable a través de un procedimiento sencillo usado por el dermatólogo o personal capacitado, determinar dónde está asentado el pigmento (en las capas más superficiales de la piel o en las más profundas). Para ello se practica un examen con una Lámpara de Wood, mediante la cual se puede detectar si la hiperpigmentación tiene un patrón superficial, profundo o mixto.

2. Uso de protectores solares

En pacientes con factores predisponentes a presentar máscara del embarazo la prevención es muy necesaria, por lo que es vital protegerse de los rayos solares. Otras medidas preventivas a tomar en cuenta son el uso de sombreros, gorras, sombrillas y ropa que cubra la mayor superficie posible, evitar la exposición en horas del día donde la luz solar incide más sobre la piel (entre las 10 y las 15 horas), usar lociones y cremas de protección ultravioleta y recordar que, en el caso del embarazo, una vez que se alcanza el puerperio (luego del nacimiento) el tono natural habitual de piel se va recuperando en corto tiempo.

3. Tratamientos dermatológicos

Si el melasma persiste después del parto, se deberán establecer esquemas de tratamiento local en la zona afectada, entre cuatro y ocho semanas. En casos muy severos, existen fármacos y cremas que producen un efecto conocido como peeling (remoción de las capas superficiales de la piel afectada a fin de favorecer el crecimiento homogéneo con un mismo tono), que son indicados por el médico dermatólogo y que ayudan a la eliminación del pigmento.

Finalmente, hay que recalcar que la persona no debe automedicarse, sino que debe pedir la opinión, examen, diagnóstico y tratamiento de un médico especialista ya que cualquier tratamiento, incluyendo tópicos como cremas o ungüentos tienen posibles efectos secundarios y son absorbidos por la piel pudiendo afectar al feto durante el embarazo.