¿Por qué me salen lunares de carne en el cuello o axilas y cómo eliminarlos? Especialistas lo explican

Si has notado pequeños bultos blandos y colgantes en tu cuello o axilas, probablemente te estés preguntando qué son, por qué aparecen y cómo deshacerte de ellos. Estos son conocidos como acrocordones, o «lunares de carne», y aunque suelen ser inofensivos, su presencia puede generar curiosidad o incomodidad estética.

Los especialistas en dermatología han estudiado este fenómeno común y ofrecen respuestas claras sobre sus causas y soluciones. En este artículo detallado, exploraremos qué los provoca, qué dice la ciencia detrás de su aparición y las opciones respaldadas por expertos para eliminarlos de manera segura.

¿Qué son los acrocordones o «lunares de carne»?

Los acrocordones son crecimientos benignos de la piel, técnicamente llamados pólipos fibroepiteliales. Según la Academia Americana de Dermatología (AAD), son pequeñas protuberancias de tejido blando que varían en tamaño desde unos pocos milímetros hasta un centímetro, con una textura suave y un tono que puede coincidir con el de la piel o ser ligeramente más oscuro.

No son lunares en el sentido de manchas pigmentadas (nevus), sino que están compuestos de fibras de colágeno y vasos sanguíneos cubiertos por una capa de piel. Aparecen con mayor frecuencia en áreas de fricción como el cuello, las axilas, la ingle o debajo de los senos**.

El Dr. Gary Goldenberg, dermatólogo de Nueva York, explica en una publicación de la AAD que «los acrocordones son extremadamente comunes, afectando a cerca del 46% de la población en algún momento de su vida». Aunque no representan un riesgo para la salud, su ubicación puede hacerlos propensos a irritarse con ropa, joyas o movimientos diarios.

¿Por qué salen en el cuello y las axilas?

Los especialistas han identificado varias razones detrás de la formación de acrocordones, y la combinación de factores genéticos, físicos y metabólicos juega un papel clave. Aquí están las causas principales:

  1. Fricción constante
    La fricción piel con piel o con ropa es un desencadenante primario. Un estudio en Dermatology Practical & Conceptual (2018) analizó a 200 pacientes con acrocordones y encontró que el 78% los tenía en zonas de roce como cuello y axilas. La Dra. Susan Taylor, dermatóloga de la Universidad de Pensilvania, señala que «el frotamiento repetitivo estimula el crecimiento de estas lesiones al irritar las capas externas de la piel, provocando una respuesta de proliferación celular».
  2. Predisposición genética
    Si tus padres o abuelos tuvieron acrocordones, es más probable que tú también los desarrolles. Un análisis en Journal of Investigative Dermatology (2016) identificó una herencia poligénica en el 60% de los casos, sugiriendo que ciertos genes regulan la formación de tejido conectivo en la piel, haciéndola más propensa a estos crecimientos.
  3. Cambios hormonales y metabólicos
    Los acrocordones están asociados con alteraciones como resistencia a la insulina y obesidad. Un estudio en Indian Journal of Dermatology (2017) examinó a 150 pacientes y halló que el 82% de quienes tenían múltiples acrocordones presentaban niveles elevados de insulina o sobrepeso. El Dr. Richard Scher, de la Universidad de Columbia, explica que «el exceso de insulina estimula el crecimiento de células cutáneas, lo que puede manifestarse en estas protuberancias». Esto es más común en personas con diabetes tipo 2 o síndrome metabólico.
  4. Edad
    La incidencia aumenta con los años. Según Clinical Dermatology (2019), los acrocordones son raros antes de los 30 años, pero afectan al 59% de las personas mayores de 50, debido a la pérdida natural de elasticidad y cambios en el colágeno.
  5. Embarazo
    En mujeres, los cambios hormonales durante el embarazo pueden desencadenarlos. Un informe en Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology (2020) encontró que el 15% de las embarazadas desarrolló acrocordones temporales, probablemente por el aumento de hormonas como el estrógeno.

¿Son peligrosos?

Los acrocordones son benignos en la gran mayoría de los casos y no indican cáncer. Sin embargo, la AAD advierte que si cambian de forma, tamaño, color o sangran, podrían confundirse con lesiones malignas como carcinomas basocelulares.

Un estudio en Archives of Dermatology (2015) revisó biopsias de 300 acrocordones y solo el 0.3% mostró anomalías, pero los especialistas recomiendan evaluación médica ante cualquier duda.

¿Cómo eliminarlos? Métodos respaldados por expertos

Aunque no es necesario eliminarlos por salud, muchas personas optan por hacerlo por estética o comodidad. Los dermatólogos ofrecen métodos seguros y efectivos:

  1. Crioterapia
    Consiste en congelar el acrocordón con nitrógeno líquido a -195°C. Según Dermatologic Surgery (2017), este método tiene una tasa de éxito del 95% en lesiones pequeñas, con mínimas cicatrices. El Dr. Joshua Zeichner, del Hospital Monte Sinaí, dice que «es rápido, ambulatorio y solo requiere anestesia local si el paciente lo prefiere». El tejido se desprende en 1-2 semanas.
  2. Electrocauterización
    Usa corriente eléctrica para quemar el acrocordón. Un estudio en Journal of Cosmetic Dermatology (2019) reportó una eficacia del 98%, con recuperación en 5-10 días. Es ideal para acrocordones más grandes, pero puede dejar una pequeña marca temporal.
  3. Escisión con tijeras o bisturí
    Para acrocordones con base estrecha, los dermatólogos los cortan con instrumentos estériles. British Journal of Dermatology (2016) indica que es un procedimiento de menos de 5 minutos, con riesgo mínimo de infección si se hace bajo condiciones asépticas. Puede requerir anestesia local.
  4. Ligadura
    Se ata la base con hilo quirúrgico para cortar el flujo sanguíneo, haciendo que se caiga en 3-7 días. Según Clinical Interventions in Aging (2018), es efectivo en el 90% de los casos, pero menos común por el tiempo que toma.

¿Y los remedios caseros?

Cortar o aplicar productos como vinagre o cremas de venta libre es desaconsejado por expertos. La AAD alerta que esto puede causar infecciones, sangrado o cicatrización severa. Un estudio en Dermatology Online Journal (2020) revisó 50 casos de intentos caseros y el 70% tuvo complicaciones. «Solo un dermatólogo debe removerlos», insiste la Dra. Taylor.

Prevención: ¿Se pueden evitar?

Reducir la fricción (usando ropa suelta), mantener un peso saludable y controlar la glucosa pueden disminuir su aparición. Diabetes & Metabolism (2019) sugiere que bajar el índice de masa corporal (IMC) reduce la incidencia en un 25% en personas predispuestas.

Los acrocordones en cuello y axilas surgen por fricción, genética, hormonas y edad, pero no son un peligro. Estudios como los de Indian Journal of Dermatology y Dermatologic Surgery confirman que eliminarlos es seguro con un especialista. Si te molestan, no improvises; una visita al dermatólogo te librará de ellos sin riesgos. ¿Listo para despedirte de esos «lunares de carne»?