Imagina que estás en la cola del supermercado. Llevas ya un buen rato y estás aburrido y cansado. De pronto, una persona que no quiere esperar se sitúa justo delante de ti. ¿Qué haces? ¿Le dices que tú estabas antes y le pides que aguarde su turno? ¿Te quedas callado?
Esto puede demostrar si tienes miedo a los conflictos y que no sabes expresarte con más valentía, como en realidad todos deberíamos hacerlo para evitar las injusticias y el acoso.
Muchas personas sienten auténtico pavor a llevar la contraria porque detestan cualquier tipo de conflicto, discutir en público les avergüenza o tiene temor a quedarse sin palabras y hacer el ridículo. Recuerda que ignorar este tipo de situaciones no harán que desaparezcan, pero superar nuestros complejos y aprender a expresarnos con valentía, sí.
Conócete a ti mismo
Lo primero que queremos evitar a la hora de abordar una discusión es la posibilidad del conflicto, sobre todo si la otra persona (¡o puede que nosotros mismos!) es propensa a dejarse llevar. Elevar el tono de la voz puede llegar a resultar muy estresante, por ello, tenemos que saber cómo manejarnos en situaciones de tensión. Si somos demasiado tímidos debemos hacernos oír mientras que si somos muy pasionales quizás tengamos que tranquilizarnos y pensar bien cada palabra que decimos.
Exprésate con valentía
Perder el miedo a decir lo que queremos es fundamental para que podamos relacionarnos libremente con los demás, ya sea en el ámbito familiar, laboral, con amigos o en pareja. No vas a poder estar siempre evitando los conflictos, en algún momento de tu vida tendrás que afrontarlos.
Enfréntate fríamente al problema
No dejes que tu estado emocional afecte a tu sentido común. Siguiendo el ejemplo anterior, si una persona no ha respetado el orden en la cola tampoco vas a hacer una montaña de ello, puede incluso que no se haya dado ni cuenta. Para problemas pequeños soluciones sencillas. Primero hazle saber que estabas antes que él en la fila, en la mayoría de los casos esto es suficiente para solucionarlo.
No digas nada que no quieras
Una vez que la otra persona ha entendido lo que querías decirle, dale algo de tiempo para explicarse. Escucha con cuidado su respuesta e intenta que la conversación no se vaya por otros caminos. Aunque no te guste su contestación, no añadas ni una palabra más a tu mensaje si éste ha quedado suficientemente claro.
Mantén siempre la calma
Si cada uno expone su situación sin intención de ir más allá la solución al problema estará cerca, o en el peor de los casos tendrás un desacuerdo amistoso entre manos. Si notas como la otra persona pierde la calma tranquilízate, ya que si te pones a su nivel solo vas a conseguir que ambos acabéis alterados.
Evita la violencia
Mediante el transcurso de una discusión las cosas pueden llegar a acalorarse y quizás lo mejor que puedas hacer llegado a ese punto es darla por concluida. No siempre encuentra uno personas razonables con las que poder dialogar civilizadamente.
Elige la mejor solución al conflicto
¿Qué es lo que quieres conseguir? ¿Tu problema aún tiene remedio o solo buscas una disculpa? Tener claro lo que necesitas es indispensable para encontrar la mejor solución al conflicto, si en algún momento pierdes la perspectiva recuerda cuál fue el motivo por el que comenzó todo.
Los problemas de uno en uno
Cada asunto tiene su momento y su lugar, mezclarlos no es una buena idea, sobre todo si son de índole personal y laboral. Si estás angustiado por algo no transmitas esos sentimientos negativos a los demás. Si tu lista de problemas es larga no te agobies, empieza por el más inmediato y hasta que lo resuelvas no pienses en los otros.