Consejos de una madre para saber afrontar la vida

Las chicas poderosas crecen sintiéndose seguras de sí mismas. Aprenden a actuar, a tomar decisiones positivas sobre sus propias vidas y a hacer cosas positivas por los demás. Piensan críticamente sobre el mundo que les rodea.

Consejos de una madre a su hija

Expresan sus sentimientos y reconocen los sentimientos y pensamientos de los demás de manera afectuosa. Las mujeres poderosas se sienten bien consigo mismas y crecen con una actitud de «puedo hacerlo».

Por supuesto, las mujeres fuertes pueden (como todos nosotros) tener momentos de inseguridad y dudas, pero estos sentimientos no son paralizantes porque estas mujeres han aprendido a resolver sus problemas. Las mujeres poderosas crecerán para llevar vidas plenas y valiosas.

Consejos de una madre para afrontar la vida

En todas estas actitudes frente a la vida tiene mucho que ver la educación que reciben en casa, el impacto de la madre sobre ellas es fundamental.

1. Permítele a tu hija tener una voz propia

Permítele tener voz en la toma de decisiones. Siempre que sea posible, déjala tomar decisiones constructivas sobre su vida. Deja que elija su propia ropa, dentro de los límites apropiados.

Dale voz sobre las actividades extraescolares en las que participa y cuántas quiere hacer (siempre y cuando funcione para el resto de la familia también). Recuerda que sabrá qué es lo que más le importa a ella cuando pruebe algunas cosas y descubra que no le gustan, así como cuando encuentre cosas que le encante hacer.

2. Escucha más, aconseja menos

Cuando hablamos con las niñas, a menudo lo experimentan como si les habláramos, y no solo dejan de escuchar, sino que dejan de pensar y reflexionar. Pero cuando los escuchamos, tienen que pensar en lo que están diciendo, y tienden a reflexionar más.

Y debemos mantener un diálogo abierto: no podemos descartar su charla sobre los altibajos de la amistad como triviales y luego esperar que nos hablen sobre las cosas importantes.

3. Reconoce sus luchas, pero mantén un sentido de perspectiva

Tenemos que reconocer el dolor que están viviendo nuestras hijas, para que se sientan escuchadas, aceptadas y empatizadas. Pero también necesitamos ponerlo en perspectiva, mantener la calma y escuchar lo que están viviendo sin proyectar nuestras propias experiencias en las suyas.

4. Deja que fracase

Si tu meta como mamá es tener una hija fuerte y emocionalmente saludable, no será útil protegerla de cada obstáculo que enfrente. La confianza se nutre cuando nuestros hijos enfrentan la adversidad.

Ningún padre quiere que su niña se lastime, o que se esfuerce en algo y fracase miserablemente. Pero cuando consideramos honestamente nuestras propias fortalezas, las cualidades de carácter que hemos forjado a lo largo de los años, reconocemos que se han desarrollado y fortalecido debido a una lucha que hemos soportado.

Superar el fracaso nos enseña a nosotros y a nuestros hijos resiliencia y perseverancia.

5. Aparta las expectativas

Ya no debería haber expectativas sobre las niñas (especialmente de nosotros) de ser de cierta manera, vestirse de cierta manera, tener ciertos trabajos y pasatiempos particulares. Nuestras hijas necesitan saber que las amamos por quiénes son, no por cómo se ven, cómo se visten, su elección de pasatiempos o carreras.

6. Enseñarles a ser responsables

Enseñar a nuestras hijas el valor de la rendición de cuentas y la responsabilidad desde el principio sembrará las semillas de la independencia desde el principio.

Nunca es demasiado pronto para comenzar a responsabilizarla de ordenar su propia habitación, realizar sus propios quehaceres y tareas de limpieza, presupuestar el dinero de bolsillo, pagar facturas y administrar una cuenta bancaria. Si todo lo hacen por ella, qué sorpresa será cuando llegue a la edad adulta sin los conocimientos necesarios para navegar la vida cotidiana.