Herpes Zóster (culebrilla) y cómo reconocer sus síntomas

El herpes zóster​ también conocido de manera coloquial como culebrilla, es una enfermedad viral producida por una reactivación del virus de varicela-zóster, el cual puede mantenerse latente por años luego del contagio previo de varicela, motivo por el cual al ser el mismo agente causal, afecta a los nervios periféricos y a la piel, produciendo pequeñas ampollas dolorosas (sarpullido) en forma semicircular agrupadas a lo largo de un dermatoma (zona de la piel que se inerva por un único nervio espinal).

Manifestaciones de los síntomas del herpes zóster

¿En qué tipo de personas es más frecuente observarlo?

El herpes zóster se distribuye universalmente y es más común observarlo entre personas de edades avanzadas o con alteraciones de su sistema inmunitario, sea de tipo agudas por enfermedades como infecciones respiratorias, urinarias, etc., o por afecciones crónicas como el SIDA, LES (Lupus Eritematoso Sistémico), Psoriasis, entre otras.

Síntomas de la culebrilla

Los primeros síntomas del herpes zóster son generalmente no patognomónicos (inespecíficos) y muchas veces pueden verse relacionados con alguna otra razón transitoria (estrés, gripe, etc.), entre ellos se encuentran:

  • Fiebre y malestar general
  • Fotosensibilidad.
  • Cefalea (dolor de cabeza)
  • Prurito (picor o escozor) que se ira localizando en el área afectada.

A medida que la enfermedad avanza su curso natural, se puede presentar:

  • Parestesias (entumecimiento y hormigueo) e hiperestesias (aumento de sensibilidad) en la zona afectada.
  • Dolor intenso en el área de inervación lesionada (sensibilidad punzante, ardiente o quemante).
  • Erupción cutánea (sarpullido)

El dolor que presenta el paciente con culebrilla puede diferir en sus características y manera de manifestarse, por lo generalmente se suele desarrollar en brotes agudos, con periodos de calma y exacerbaciones, pudiendo llegar a ser confundido con otras patologías.

El rash cutáneo producido por la culebrilla comienza como lesiones maculares eritematosas luego de las 24 horas, posterior a los primeros síntomas, que pasan a vesículas distribuidas en dermatomas, en un patrón similar a un cinturón y sin sobrepasar la línea media del cuerpo.

Normalmente, pueden verse nuevas lesiones durante la primera semana. Luego de 72 horas, las vesículas se van transformando en ampollas llenas de un fluido seroso, generalmente dolorosas y acompañadas de síntomas como fiebre, astenia (debilidad) y malestar general. Finalmente, esas lesiones cutáneas se secan, permaneciendo como costras en un periodo que va desde las 2 hasta las 4 semanas.

¿Dónde se ubican las lesiones cutáneas?

Lesiones cutáneas del herpes zóster

La reactivación del virus produce un enrojecimiento de la piel con pequeñas ampollas que siguen una distribución metamérica característica, generalmente en el tronco, aunque también pueden aparecer en otras localizaciones anatómicas, como rostro, abdomen, extremidades, etc.

Las regiones más comúnmente afectadas son la región media del tórax y el área oftálmica de la cara, donde puede tener repercusiones sobre la vista.

Diagnóstico del herpes zoster

El diagnóstico del herpes zóster se realiza principalmente por las manifestaciones clínicas, siendo necesario en casos dudosos confirmación mediante la realización de pruebas más complejas y específicas como el cultivo virológico de las vesículas en la fase inicial de la enfermedad, que en el caso de que las ampollas ya hayan cicatrizado puede no representar mayor utilidad la prueba.

Algunos pacientes pueden presentar síntomas relacionados y no desarrollar el rash cutáneo por lo que puede dificultar el diagnóstico.

El diagnóstico se puede apoyar, de igual manera, cuando los signos clínicos no son tan claros a través de pruebas de laboratorio, como la medición de anticuerpos IgM específicos para el virus, o a través de pruebas como el PCR (reacción de cadena de polimerasa que permite estimar el ADN viral).

Complicaciones del herpes zoster

El herpes zóster puede presentar diferentes complicaciones según los nervios afectados, sobre todo en individuos con el sistema inmunológico no competente o inmunodeprimidos, entre los que los que podría incluirse inclusive una insuficiencia respiratoria o afectación neurológica.

La principal secuela que puede presentarse una vez haya remitido los signos cutáneos es la neuralgia posherpética, que consiste en una sensación dolorosa crónica a nivel del dermatoma afectado, que puede tener resolución espontanea en pocos días o mantenerse presente durante años.