La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por el aumento de los niveles de glucosa en la sangre.
Esto se debe a que el páncreas no produce suficiente insulina o a que las células no responden adecuadamente a esta hormona, que es la encargada de regular el metabolismo de los azúcares.
Estos son los principales órganos que se pueden estropear al no cuidar nuestra glucosa
La diabetes puede causar graves complicaciones en diferentes órganos y sistemas del cuerpo, especialmente si no se controla adecuadamente.
En este artículo te explicamos cuáles son los órganos que pones en riesgo con una diabetes descontrolada y cómo puedes prevenir o retrasar el daño.
Riñones – Nefropatía diabética (enfermedad renal)
Los riñones son los órganos encargados de filtrar la sangre y eliminar las sustancias de desecho y el exceso de agua a través de la orina.
La diabetes puede afectar a los riñones de dos formas: por un lado, al aumentar la presión arterial, lo que dificulta su funcionamiento; y por otro, al dañar los pequeños vasos sanguíneos que los nutren, lo que provoca una pérdida progresiva de su capacidad filtrante.
Esto puede conducir a una enfermedad renal crónica, que se manifiesta por una disminución del volumen y la calidad de la orina, hinchazón en las piernas, cansancio, náuseas, picor y anemia. En los casos más avanzados, se puede requerir un tratamiento de diálisis o un trasplante renal.
Para prevenir o retrasar el daño renal, es importante mantener un buen control de la glucosa y la presión arterial, seguir una dieta equilibrada y baja en sal, beber suficiente agua, evitar el tabaco y el alcohol y hacer ejercicio regularmente.
Ojos
Los ojos son otro de los órganos que pones en riesgo con una diabetes descontrolada. La diabetes puede causar una retinopatía diabética, que es una alteración de los vasos sanguíneos de la retina, la capa del fondo del ojo que capta las imágenes y las envía al cerebro.
La retinopatía diabética puede provocar una disminución de la visión, visión borrosa o distorsionada, manchas o destellos en el campo visual y ceguera.
Para prevenir o retrasar el daño ocular, es importante mantener un buen control de la glucosa y la presión arterial, evitar el tabaco y el alcohol, proteger los ojos del sol y las lesiones y acudir al oftalmólogo al menos una vez al año para realizar un examen completo.
Corazón (insuficiencia cardiaca)
El corazón es el órgano encargado de bombear la sangre por todo el cuerpo. La diabetes puede afectar al corazón de varias formas: por un lado, al aumentar el riesgo de sufrir una hipertensión arterial, que es un factor de riesgo cardiovascular; y por otro, al favorecer la formación de placas de colesterol en las arterias coronarias, que son las que irrigan el músculo cardíaco.
Esto puede provocar una angina de pecho, que se manifiesta por un dolor opresivo en el pecho que se irradia al brazo izquierdo, al cuello o a la mandíbula; o un infarto de miocardio, que se produce cuando se obstruye completamente una arteria coronaria y se produce una necrosis del tejido cardíaco.
Para prevenir o retrasar el daño cardíaco, es importante mantener un buen control de la glucosa, la presión arterial y el colesterol, seguir una dieta saludable y baja en grasas saturadas y trans, evitar el tabaco y el alcohol, controlar el estrés y hacer ejercicio regularmente.
Nervios (Neuropatía)
Los nervios son los encargados de transmitir las señales eléctricas entre el cerebro y el resto del cuerpo. La diabetes puede afectar a los nervios de varias formas: por un lado, al dañar los pequeños vasos sanguíneos que los nutren, lo que provoca una disminución de la sensibilidad y el dolor; y por otro, al alterar el funcionamiento de las fibras nerviosas, lo que causa una alteración de la sensación y el movimiento.
Esto puede conducir a una neuropatía diabética, que se manifiesta por hormigueo, entumecimiento, ardor o dolor en las manos, los pies o las piernas; debilidad muscular, dificultad para caminar o mantener el equilibrio; problemas digestivos, urinarios o sexuales; y pérdida de la sudoración.
Para prevenir o retrasar el daño nervioso, es importante mantener un buen control de la glucosa y la presión arterial, evitar el tabaco y el alcohol, cuidar la higiene y el calzado de los pies, revisarlos periódicamente y acudir al médico ante cualquier herida o infección.
Piel
La piel es el órgano más extenso del cuerpo y cumple funciones importantes como protegerlo de las agresiones externas, regular la temperatura corporal y sintetizar vitamina D.
La diabetes puede afectar a la piel de varias formas: por un lado, al disminuir la circulación sanguínea, lo que provoca una sequedad, una pérdida de elasticidad y una mayor propensión a las infecciones; y por otro, al causar alteraciones específicas como acantosis nigricans, dermopatía diabética o necrobiosis lipoídica.
Estas alteraciones se caracterizan por la aparición de manchas oscuras, rojizas o amarillentas en la piel, con una textura engrosada, escamosa o atrófica. Pueden afectar a diferentes zonas del cuerpo como el cuello, las axilas, las piernas o los pies.
Para prevenir o retrasar el daño cutáneo, es importante mantener un buen control de la glucosa y la presión arterial, evitar el tabaco y el alcohol, hidratar la piel con cremas adecuadas, protegerla del sol y las lesiones y acudir al dermatólogo ante cualquier cambio o anomalía.