Por qué nos atraen las personas que dicen lo que piensan

Son diversos los motivos que nos llevan a sentirnos atraídos hacia otras personas. La atracción es esa especie de fuerza que nos impulsa a querer estar cerca de un ser en especial.

Nos atraen las personas que dicen lo que piensan

     Una de las características que resultan atractivas para la mayoría de las personas la exhiben aquellos que siempre dicen lo que piensan. Las personas atractivas son aquellas que destacan dentro del resto, despiertan interés, muestran una gran cantidad de virtudes y son valoradas por todos aquellos que les rodean.

Por qué nos atraen

     Las razones por las que la mayoría se interesa por individuos honestos y transparentes son las siguientes:

Nos sentimos seguros

     Los individuos que comunican abiertamente sus ideas sin temor a ser juzgados por aquellos que les rodean generan una sensación de seguridad, tranquilidad y familiaridad. De ellos no se suelen esperar sorpresas desagradables, traiciones o malas jugadas por la espalda porque debido a sus comportamientos las personas de cierta manera saben qué esperar de ellos.

      Muchos son los factores que intervienen en la formación de la personalidad de cada individuo. Las características que les hacen interesantes y  los modos de ser de cada uno de ellos influirán en el grado de atracción que ejerzan sobre los demás.

     Entre las virtudes que suelen figurar dentro de las favoritas o las más atractivas para la mayoría se ubican aquellos que dicen lo que piensan. Son valientes ya que sin temor expresan lo que les agrada, les desagrada, sus opiniones, juicios e ideas con respecto a cualquier tema sin preocupación alguna por las consecuencias que esto pueda generar. No les causará insomnio perder popularidad ante un grupo determinado por manifestar su desacuerdo ante alguna injusticia cometida, esto definitivamente no les detendrá.

     La respuesta a la interrogante del porqué ocupan la atención de la mayoría de las personas se pueden explicar por medio de los siguientes puntos:

Son seguros de sí mismos

     Ejercen en otras personas un poder de atracción similar al del imán sobre el metal. En principio porque logran exteriorizar sus sentimientos y transmitirlos a todos los que le rodean. Se sienten bien consigo mismos por como son y con lo que tienen para ofrecer al mundo.

     Dicha seguridad se traduce en el desarrollo de un coraje que los dota para emitir opiniones y decir lo que piensan en todo momento sin temor a represalias o a ser juzgados. Como producto de estos comportamientos, en ciertos escenarios, se transforman en líderes natos. Son aquellos que, dado el caso, actúan como el vocero del grupo y logran expresar lo que otros por miedo no se atreven.

     Nos gustan porque actúan como héroes al tomar la palabra y defender los ideales propios y ajenos. Son líderes por naturaleza.

     Éstas personas, para algunos, representan un ejemplo a seguir, el ideal de lo que ellos quieren llegar a ser y motivan a todos los que se encuentran a su alrededor para ser mejores personas cada día.

Inspiran confianza

     Con sus actitudes logran sobresalir del resto y a generar una fe ciega hacia ellos. Despiertan sentimientos de seguridad que se originan en la transparencia que exhiben a través de sus comportamientos que contribuyen a que quienes le conocen sientan o puedan tener una certeza real de cómo procederán en caso de enfrentarse a determinadas circunstancias.

     Dado que la confianza es el pilar primordial sobre el que reposa cualquier relación humana, la mayoría preferirá tratar con este tipo de personas o incluirlas dentro de su grupo de amigos cercanos.

     La persona que dice lo que piensa reduce en un 99% la posibilidad de malas jugadas por la espalda. De antemano sabrás con quién tratas y de lo que es capaz porque la seguridad y la aceptación de sí mismo, le concederá la particularidad de no ocultar su verdadero ser.

     Ésta persona ya se aceptó tal y como es y de la misma manera se aprecia y gusta de si, por ende, no tratará de ocultárselo al mundo. Así sus palabras al expresarse no sean las más bonitas o las de mayor aceptación nunca retrocederá o se retractará.

     Los seres humanos poseemos una tendencia nata que nos impulsa a admirar a las personas que no temen en mostrarse tal cual como son. Nos gustan las personas auténticas.

Sabemos qué esperar

     Este es un punto muy importante y descarta por completo la posibilidad de que surjan sorpresas desagradables o enigmas imposibles de resolver. En todo momento se podrá predecir su comportamiento.

     Es importante para el ser humano tener el control y mantenerse alejado de situaciones que lo ubiquen ante un peligro inminente, es por ello que resulta más conveniente rodearse de personas sobre las que sabes de antemano, qué esperar. Es parte del instinto de supervivencia y auto-preservación que heredamos de nuestros antepasados.

Poseen un criterio propio

     Las personas con criterios bien definidos suelen resaltar frente al resto porque la mayoría no gustan de aquellos que se niegan a intervenir, a no exigir sus derechos y quedarse callados mientras que son víctimas de cualquier tipo de abuso. Al contrario, quien define sus posiciones con pasión se gana el respeto de todos.

     Una buena manera de conocer a una persona es a través de la exposición de sus ideas, sentimientos y opiniones. Sólo así sabremos con quien estamos tratando. En la medida en que alguien no requiere ocultar su verdadero ser, se vuelve atractivo para el resto. De hecho, éstos valientes llegan a ser respetados por sus semejantes.

Son personas constructivas

     Su extraordinaria personalidad los dota de los recursos suficientes para construir y transformar la realidad, a través del aporte de ideas que motivan a quienes les siguen a trabajar y movilizar sus recursos para solucionar las problemáticas que puedan surgir, concretar sus metas o enfrentarse a los retos de la vida diaria.

     Pasan a desempeñar el rol de mentor y con su ejemplo pueden transformar la manera de proceder de muchos de los que le rodean, quienes desearán poseer, al menos, un poco de la seguridad, el temple y la confianza con la que se presentan ante el mundo.