Una familia disfuncional es aquella en la que prevalecen los conflictos, el comportamiento problemático de padres e hijos y hay violencia emocional, psicológica o incluso física contra los niños.
Las familias disfuncionales impiden que los niños confíen en sí mismos y creen su propia identidad psicológica saludable.
¿Qué significa exactamente una familia disfuncional?
El niño que crece en una familia disfuncional generalmente se convierte en un adulto que no ha desarrollado su verdadero yo, ya que se marca las condiciones y los límites de cómo debe ser. Esto se debe a que, en estas familias disfuncionales, cada miembro está obligado a comprometerse con las necesidades de los padres, sin que se le permita extender sus alas y ser él mismo.
1. Dedicas mucho tiempo a agradecer a los demás
No es normal esperar que todos estén contentos contigo, que hagan sacrificios, que debas estar constantemente “quedando bien” con los demás, o pidas disculpas por todo. Recuerda que no eres responsable de cómo se sientan los demás.
Definitivamente, necesitas ser amable con ellos, pero el límite es donde la otra persona es responsable de su propia vida, no tú.
Tu familia disfuncional te enseñó la lección equivocada: “Tú eres responsable de todo. Tienes que hacer felices a los demás”. Deshazte de este mensaje. Sí, puedes hacer felices a los demás, con moderación y límite, pero no olvides invertir en tu propia felicidad personal.
2. Eliges personas difíciles, que toman pero no dan
Muchas veces estás molesto, irritado y enojado porque te das cuenta de que en tu relación eres la persona que constantemente da, ofrece, pero al final no solo no recibes lo que diste, sino que no obtienes ni un simple gracias.
Esto se debe a que tienes un sentido del deber muy desarrollado y un deseo de complacer a los demás y ser amado. De esta manera, sin embargo, no pones condiciones y límites en tus relaciones, con el resultado de que otros muchas veces se aprovechan de ti, o no satisfacen tus necesidades.
El mensaje que le das a los demás es que quieres ofrecer sin pedir, por eso los que te rodean dan por sentado que lo eres y no se les pasa por la cabeza corresponder, pensando que no lo necesitas.
Este es el escenario positivo y optimista. Porque hay quienes se dan cuenta de tu debilidad y se aprovechan de ti para beneficiarse a sí mismos sin represalias.
Finalmente, la otra razón por la que eliges a personas difíciles e insatisfechas en tus relaciones es porque inconscientemente te recuerdan a tus padres difíciles e insatisfechos y, psicológicamente, al trabajar en el presente intentas sanar las heridas del pasado.
3. Hay muchos conflictos en tu matrimonio o ninguno
Si tu matrimonio o relación es como un campo de batalla, donde constantemente estás discutiendo, gritando, peleando, intercambiando palabras fuertes, insultos y lastimándose mutuamente, probablemente refleje el entorno familiar en el que crecieron.
La relación definida por la tensión y las peleas demuestra, independientemente de si tienes razón o no, que por dentro no has aprendido a procesar la información, a escuchar a la otra persona y a calmarte.
Por el contrario, si en tu relación nunca tienes la más mínima tensión, esta también es una posible señal de que algo anda mal. Incluso las parejas amorosas tienen desacuerdos, diferentes puntos de vista sobre diferentes temas y puede haber tensión (no peleas).
Entonces, si descubres que constantemente te estás rindiendo, «tragándote» todo para asegurar la armonía, es posible que en la familia de la que vienes no hayas aprendido a manejar diferentes emociones.
Tanto las relaciones de pareja con tensión y peleas constantes, como las relaciones que carecen por completo de alguna tensión en algún momento particular, son reflejos de problemas con una familia disfuncional de la que se viene.
4. Eres perfeccionista
Las personas perfeccionistas, críticas consigo mismas y con los que les rodean suelen proceder de un entorno familiar en el que han estado sometidas a mucha presión.
La presión que recibieron de niños pudo haber estado del lado de tener siempre expectativas muy altas, pero sin que el padre se sintiera feliz o satisfecho.
Un denominador común en ambos casos es la sensación del niño de que nunca es “lo suficientemente bueno” o que se merece, lo que hace que se esfuerce demasiado en la edad adulta para alcanzar la perfección.
5. Estás constantemente tenso y te resulta difícil relajarte
Esto se debe a que creciste en una familia disfuncional y no sabías qué te pasaría al día siguiente o qué pasaría en casa al momento siguiente. Entonces, como adulto, llevas dentro de ti esta ansiedad y opresión, la ansiedad de cómo vendrán las cosas y qué pasará, si, por ejemplo, alguien te desatará los nervios de mala manera, si comenzará una pelea, o algo similar estropeará tu momento.
Aunque esta situación es cosa del pasado, está arraigada en ti y por eso sigues preocupándote y sintiéndote tenso. Hay formas de lidiar con el estrés y poder sanar de haber crecido en una familia disfuncional, y un psicólogo puede ser tu mejor solución para comenzar ese proceso.