Los niños no necesitan castigo, necesitan amor y alternativas

La educación cada vez se pone más en tela de juicio, ya que muchos de los valores que se asocian con el cuidado y la orientación de los niños, se ha visto reducido en gran medida, muchas veces de forma involuntaria, puesto que los padres hacen el mayor esfuerzo, pero aún carecen de conocimientos básicos para darle a sus hijos alternativas y oportunidades en vez de anulación y castigos.

Sabemos perfectamente que no se nace sabiendo como educar, ni cómo ser padres, educadores que luego no afecten en absoluto el futuro de sus hijos. Esto es un aprendizaje, y sobre todo, los niños van educando también a sus padres para que aprendan cómo hacerlo mejor.

En este artículo ofrecemos opciones para centrarse en darle a los niños más oportunidades de crecimiento, evitando estancarlos y anularlos, dejando de lado los castigo y priorizando el cariño, siempre de la mano de los límites adecuados que requiere cuidar la educación y trasmitir los valores en una familia.

El castigo trae efectos negativos sobre el niño

Si bien en décadas anteriores era uno de los métodos básicos de educación aplicados por los padres, y también por los docentes, de manera casi permanente, hoy el castigo es fuertemente cuestionado por los expertos, quienes lo aceptan solo como último recurso.

En los tiempos modernos el castigo es reemplazado por la recompensa, lo que predispone a los niños al buen comportamiento y les ayuda a sentirse bien consigo mismos, a diferencia del castigo que, cuando ocurre con frecuencia, tiene efectos negativos en su autoestima y luego en su vida.

De hecho, no es raro que los niños sean estigmatizados y adopten conductas negativas, de manera que sucederá lo que saben de antemano. Al percibir que son ellos los que “no lo logran”, “no hacen nada bien” y son constantemente castigados, su autoconfianza cae a niveles muy bajos. Esto hace que asuman el papel del «niño malo» y luego actúen y se comporten en consecuencia para atraer la atención y el castigo, creando un círculo vicioso.

La falta de límites es otro problema

Dieta para el desarrollo mental de los niños

Por otro lado, están los padres que no ponen límites. La aceptación no significa que los padres deban dejar que los niños hagan lo que quieran. Establecer límites, por su parte, es fundamental, ya que los niños los necesitan absolutamente y se sienten seguros dentro de ellos, aunque intenten superarlos constantemente.

«Cuando los padres no establecen límites, los niños no pueden autorregularse. Sienten constantemente una perturbación y una confusión, lo que los lleva a un comportamiento descontrolado y caótico, que no les permite mantenerse en el entorno social.

¿Cuáles son las mejores alternativas?

Las alternativas verdaderamente efectivas a castigar a los niños son aquellas que permiten que el niño aprenda de sus errores y se desarrolle de manera saludable.

La disciplina positiva es más beneficiosa para la relación padre-hijo, ya que se basa en el amor y el respeto mutuo. Esto no quiere decir que debas ceder a los caprichos de los niños, pero tampoco debes ser demasiado mandón.

Se trata de establecer límites teniendo en cuenta los sentimientos y necesidades de tus hijos, así como tus propios sentimientos y necesidades como padre.

Habla con tus hijos y aborda el problema

A muchos padres les resulta difícil hablar con sus hijos sin que la conversación termine en una pelea. Esto suele suceder cuando los niños necesitan ayuda, pero se niegan a hablar con sus padres.

Explica las consecuencias de sus acciones

Las palabras marcan la diferencia. Decirle a tus hijos «si haces esto, haré que te arrepientas» solo hará que te teman, no que te respeten. Además, de esta manera no les enseña qué comportamientos necesitan cambiar.

Hazles saber y entender que sus acciones tienen consecuencias. Hazles entender que estas consecuencias pueden afectar a las personas que los rodean.

La forma más efectiva para entender algo es experimentándolo, deja que experimenten qué puede sucederles cuando hacen algo indebido, que no sea grave, pero que les demuestre que eso puede afectarlos y también afectar a los demás.

Dales oportunidades para compensar su mal comportamiento

Elige diferentes alternativas al castigo, dependiendo de lo que hayan hecho los niños. Déjalos pensar y decidir qué opción prefieren más. Las opciones pueden ir desde limitar su acceso a dispositivos electrónicos hasta delegarles más tareas domésticas. Pero hazlos partícipes de su propia disciplina.